La división
convencional de los medios de comunicación entre públicos y “privados” se podría considerar anticuada en una era en
donde los medios de comunicación son corporativos. Poseer un periódico o una
estación de radiodifusión ha sido por mucho tiempo una empresa costosa. Sin
embargo, para describir a un medio como “corporativo” no basta con decir que
los medios son propiedad de grandes empresas. El notable desarrollo durante el
último cuarto del siglo XX se concentró en la diversificación de las empresas
dedicadas a los medios de comunicación en otros intereses comerciales, y en la
adquisición de empresas de medios por corporaciones activas en otras modalidades
de la actividad económica.
El segundo de
estos desarrollos precedió ligeramente al primero, con firmas americanas como
Westinghouse y General Electric comprando empresas de medios. La aceleración de
una revolución en las comunicaciones favoreció el segundo desarrollo, con
compañías dedicadas a los medios con distintas competencias en materia de
comunicaciones, periódicos y revistas, publicación de líbros, cine grabaciones
sonoras, desarrollo de programas de cómputo e Internet.
El resultado de
estos desarrollos ha sido un panorama que está lejos de ser removido del ideal
del “cuarto poder” –prensa independiente y separada del proceso político. Los
dueños de los medios de comunicación tienen un interés partidista en el proceso
político en el mismo sentido que cualquier compañía tiene.
Muchos modelos teóricos han sido desarrollados
para explicar el rol de las corporativas mediáticas en el proceso electoral. El
modelo de propaganda desarrollado por Herman y Chomsky es influyente. [Edward S. Herman y Noam Chomsky,
Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media, 1988]. En su libro explican la tendencia de los medios masivos
de comunicación para ajustarse al consenso político en los países occidentales
con relación a cinco “filtros” por los que pasan las noticias:
·
Propiedad: los medios masivos de
comunicación tienden a ser propiedad de grandes intereses corporativos con
intereses creados en el status quo político y económico.
·
Publicidad: la mayoría de los
ingresos provienen de la publicidad, no de las ventas. Los publicistas son en
si mismos intereses de grandes corporaciones que rechazan las voces disidentes.
·
Fuentes: prevalecen fuentes
oficiales o “establecidas” para historias políticas y económicas.
·
Crítica: La cobertura crítica se
enfrenta con una respuesta sistemáticamente hostil por parte del gobierno y de
los funcionarios empresariales, entre los que se incluyen demandas, presiones
informales, retiros de publicidad, o la publicación de historias perjudiciales.
·
Ideología: Herman and Chomsky describen
el anticomunismo como un ideología genuina y compartida en los medios de
comunicación ede la década de los 80s en los Estados Unidos. Esto podría
actualizarse como una ideología anti-terrorista, anti-islámica o a favor de la
globalización en las sociedades occidentales del año 2000. Por supuesto que hay
otras sociedades que cuentan con sus propias ideologías oficiales.
Herman y Chomsky fueron fuertemente criticados por la supuesta naturaleza
conspiratoria de su explicación. De hecho, en su momento se esforzaron en
destacar que la suya fue una explicación estructura que operó
independientemente de la decisión personal de los editores y periodistas
involucrados. Aceptada o no esta explicación, queda claro que el papel político
de las corporaciones dedicadas a los medios de comunicación es un hecho de la
vida diaria en el siglo XXI.