Los periodistas tienen varias obligaciones éticas, con la sociedad como un
todo y con los distintos individuos con los que tiene contacto profesional. Una
obligación obvia es la promesa que los periodistas hacen a las fuentes de
información confidenciales de mantener su identidad en secreto. De igual
manera, los periodistas se comprometen a usar métodos honestos y legales para
recolectar las noticias.
La idea de que los periodistas tengan una responsabilidad social tan amplia
va más allá de la noción de que es sólo un trabajo, sino que es un ejercicio
del derecho a la libertad de expresión – un derecho humano crucial que es
esencial para el funcionamiento de la democracia. Otras obligaciones salen de
esta responsabilidad social.
Por ejemplo, es crucial que el periodismo sea original y no derivativo. Muy
a menudo observaciones inexactas se vuelven ampliamente diseminadas a través de
la repetición. Esto es algo donde los medios de comunicación bien establecidos
y respetables son a menudo tan culpables como los pequeños y de pocos recursos.
Los periodistas a menudo usan recortes de archivo o recientemente Internet, y reproducen
reclamos que no pueden corroborar.
Los buenos periodistas son responsables cuando reportan declaraciones perjudiciales
contra individuos o grupos sociales, y dan a aquellos afectados la oportunidad
de responder, creando un balance y un reportaje que no incentive al odio. Ellos
están al tanto del potencial impacto de sus informes. El peor informe de odio
de un medio puede causar protestas o violencia. La información inexacta puede
cambiar el resultado de una elección.
Los periodistas son honestos. Ellos no aceptan sobornos u otros incentivos
a cambio de escribir algo favorable sobre un político u otro individuo
prominente. Cuando se informa una elección, ellos cuidan la manera de aceptar,
por ejemplo, ofertas de transporte por parte de los partidos políticos. Un buen
periodista siempre dejará en claro que él o ella no se encuentran alineados a
ningún partido político.