El interés de los
medios en una elección no cesa con el anuncio de los resultados. Se trata de
una historia continua, que se traslada a la toma de posesión de quienes
resultaron electos, la formación de un nuevo gobierno y así sucesivamente.
Sin embargo, para
la autoridad electoral cualquier regulación formal de los medios culmina con el
anuncio de los resultados. Empero, hay un área donde la participación formal de
los medios puede seguir adelante: si los resultados son impugnados, se abrirá
una nueva historia que sin duda cubrirán los medios. Deben hacerlo de acuerdo
con las normas profesionales que rigen la cobertura informativa de los procesos
judiciales.
Sin embargo, se
puede producir un giro importante si el comportamiento de los propios medios
forma parte de la impugnación de los resultados. Lo anterior, se ha
incrementado cada vez más, por ejemplo después de las elecciones de Kenia en
1997. El creciente interés en el papel de los medios de comunicación en las
elecciones significa que un gran desequilibrio puede tomarse como prueba de que
una elección es injusta.
Los resultados de
los monitoreos de los medios pueden ser utilizados como evidencia y los métodos
de regulación de la autoridad electoral pueden ser sometidos a escrutinio. Conclusiones
de los monitoreos establecerán si la cobertura era desequilibrada o sesgada,
pero esto en sí mismo no sería suficiente para demostrar irregularidades en la
celebración de las elecciones. Para demostrar esto, un tribunal probablemente
necesita estar convencido de que, ya sea el gobierno ha interferido
directamente (y quizás consistentemente) con los contenidos de los medios, o
que un organismo regulador falló en la aplicación de las normas que garantizan
el acceso de los partidos a los medios de comunicación y a una cobertura de
noticias equilibrada.