A menudo se considera que los medios de comunicación son la principal
fuente de información de la mayoría de los electores. Pero esto no es
necesariamente cierto. Incluso en una democracia avanzada y saturada de medios,
como Gran Bretaña, se estima que entre un cuarto y un tercio de los telespectadores
cambian de canal cuando aparecen transmisiones electorales de los partidos. En
el pasado hubo un acuerdo para que todos los canales transmitieran estos
programas simultáneamente para que la audiencia no tuviera escape, a no ser que
optaran por retirarse a tomar una taza de té. Quizá como resultado de ello, una
encuesta de 1969 reportaba que las transmisiones partidistas durante las
elecciones eran la principal fuente de información para los electores
indecisos. Sin embargo, desde 1987 se abandonó esa práctica y la audiencia ha
declinado. Una encuesta de 1990 encontró que las transmisiones de los partidos
constituían la fuente menos confiable de información política, después del
diario Sun.1
Antes del ascenso de los medios electrónicos modernos, la información
política era difundida a través de dos vías: los medios impresos y el contacto
personal directo. En aquellos tiempos, los lectores de periódicos eran muchos
más que hoy, pero esto excluía a porciones muy grandes de la población, ya sea
porque eran muy pobres para comprar un diario o simplemente no sabían leer. De
ahí que la comunicación directa asumiera gran importancia. Esto comprendía
mítines políticos, en donde los distintos candidatos podían debatir y ser
cuestionados. También incluía visitas domiciliarias de los candidatos o de
activistas políticos, así como la distribución de panfletos y carteles
producidos por los partidos o candidatos.
En los países industrializados con grandes medios de comunicación
electrónicos, la importancia de estos métodos ha declinado dramáticamente. Sin
embargo, en otras regiones los mítines políticos y el contacto personal con los
candidatos siguen siendo importantes. En el África rural, por ejemplo, la radio
suele ser el único medio de penetración masiva. Las estaciones que transmiten
en las zonas rurales son usualmente controladas por el gobierno y es muy poca
la difusión que le dan a los partidos opositores, en caso de que lleguen a
hacerlo. Algunas veces los obstáculos para la comunicación de la información
son más elementales. Por ejemplo, la
mayoría de los aparatos de radio requieren baterías, las cuales son costosas y
es poco probable que sea una prioridad en comunidades que están luchando por sobrevivir.
Por lo que, el contacto personal sigue siendo importante.
Incluso en condiciones de pobreza extrema, los medios tienen una función
que cumplir en la comunicación de información política. Aún en las comunidades
rurales que no tienen un acceso directo a medios independientes, la información
generada por, digamos, la prensa privada tendrá circulación general y en algún
momento puede llegar a los electores rurales. Por lo que aunque comunicación
oral personal puede ser la fuente de información política directa, los medios
contribuirán de manera significativa a la circulación de la masa informativa.
En el África rural, generalmente considerada al igual que otras partes del
mundo como de "pobreza informativa", los medios para circular la
información de manera oral son muy sofisticados y fueron a menudo forjados en
las difíciles condiciones del colonialismo o de dictaduras militares o de un
solo partido. Las audiencias se volvieron muy hábiles para interpretar los
mensajes altamente controlados que emitían los medios oficiales y para apoyarse
en interpretaciones alternativas. Para lograr esto, recurrían a
convencionalismos culturales que les permitían transmitir información u
opiniones sensibles de manera disfrazada. Por ejemplo, los Ngoni de África
Central tienen un lenguaje convencional denominado kukulawika - cantos
estridentes de las mujeres que son capaces de transmitir mensajes sexuales
explícitos, pero sin recurrir a obscenidades. Los Tonga tienen dispositivos
similares. Bajo el imperio británico, el personal africano de la Corporación de
Telecomunicaciones de África Central en Lusaka trasmitía una especie de kukulawika
político, que les permitía difundir mensajes nacionalistas de manera oculta.
Estos medios de comunicación encubiertos fueron especialmente útiles durante
los subsecuentes regímenes unipartidistas de carácter restrictivo.2
La comunicación informal de noticias políticas a menudo es descrita, de
manera despectiva y no del todo precisa, como rumor. Los administradores
coloniales acostumbraban llamarle "telégrafo de matorral", mientras
que los africanos francófonos han inventado un mejor término: radio trottoir
o "radio pavimento". Independientemente del nombre que se prefiera,
no hay duda de que millones de personas en todo el mundo forman sus opiniones políticas
con base en su propia experiencia o de lo que aprenden personalmente de
aquellas personas en las que confían. Buena parte de esa información puede
originarse en los medios, pero es difícil determinar en qué medida.
El que tanto influyen los medios sobre los electores sigue siendo una gran
interrogante. Por ejemplo, en las elecciones y el referéndum de Zimbabwe en el
año 2000, la mayoría de los electores rechazaron los consejos ofrecidos por los
medios más importantes. El estado disfrutaba de un virtual monopolio de todas
las telecomunicaciones, que se encontraban bajo estricto control gubernamental.
En el referéndum sobre una reforma constitucional, y posteriormente en las
elecciones parlamentarias, la oposición tuvo un acceso mínimo a la radio y la
televisión y la línea editorial de ambos fue abiertamente favorable al partido
gobernante. En ambas ocasiones, el grueso del electorado favoreció a la
oposición. Quizá influyó la información crítica que circuló en la prensa
privada. Pero, en última instancia, parece que la elección de muchas personas
fue determinada por otros factores. Un grupo de monitoreo independiente sugirió
incluso que la propaganda de último minuto a favor del gobierno pudo haber
influido para que algunos electores marginales votaran por la oposición en el
referéndum. Desafortunadamente, la calidad de la investigación no es lo
suficientemente buena como para permitir una respuesta clara.3
Algunos estudios de grupo de enfoque en Ucrania sugieren un escepticismo
popular análogo hacia los medios, a los que se les consideró como "no
libres" y, por tanto, no merecedores de confianza. Los estudios sostienen
que los medios "carecen, en primer lugar, de artículos analíticos" y
que desempeñan un papel "insuficiente" para dilucidar los temas
centrales de la campaña y preparar al público para las elecciones. Los estudios de grupo pusieron al descubierto que "los
intentos de los medios masivos por arrojar luz sobre los acontecimientos
políticos y económicos de manera oportuna y con calidad no fueron
exitosos".4
Incluso en las democracias
industrializadas, donde los medios ocupan un lugar muy importante como
fuentes de información política, la respuesta a la cuestión sobre la influencia de los medios sobre las
decisiones del electorado no es clara. En Gran Bretaña, el periódico de mayor
circulación, el Sun, apoyó por muchos años al Partido Conservador, pero
la mayoría de sus lectores, ubicados sobre todo entre los estratos
trabajadores, apoyaban al Partido Laborista. Desde luego, que el periódico pudo
haber influido para que un segmento marginal, pero potencialmente significativo
de electores cambiara el sentido de su voto. En 1997, el Sun cambió sus
preferencias a favor del Laborismo y demandó ese crédito cuando ese partido
ganó, a pesar de que las encuestas de
opinión y la magnitud de la mayoría Laborista mostraron que fueron muchos los
factores que habían entrado en juego. De hecho, es probable que ese diario
tenga una mayor influencia en el nuevo gobierno que entre el electorado. Ya
que los líderes del Partido Laborista
estaban ansiosos de congraciarse con el dueño del Sun, Rupert Murdoch,
lo cual es un ejemplo del nuevo orden globalizado en donde los medios son
también poderosas corporaciones transnacionales.
Más en general, Gran Bretaña ofrece un caso interesante de estudio sobre la
influencia política de los medios. Una gran parte de los medios impresos apoyan
al Partido Conservador. Si su influencia sobre el electorado fuese decisiva
nunca no existirían gobiernos Laboristas
en la historia política británica. Es claro que las cosas no funcionan de
manera tan simple. De ahí que la influencia indirecta de los medios sea mucho
más difícil de evaluar. Como es lógico, esos medios influyen en la agenda
política al destacar asuntos que son prioritarios para el ala conservadora,
como la ley, el orden y la restricción de la inmigración. De ahí que un
gobierno laborista pueda adoptar política más conservadora porque cree que los
medios influyen sobre el electorado en esa dirección.
Notas:
1 Margaret Scammell y Holli A. Semetko, " La publicidad política en
televisión: la experiencia británica", en Lynda Lee Kaid y Christina
Holtz-Bacha (eds.), Publicidad política en las democracias occidentales, Publicaciones
Sage, Londres / Thousands Oaks, 1995.
2 David
Kerr, David Kerr, "La ideología, la resistencia y la transformación de las
tradiciones de rendimiento en post-colonial Malawi" ("Ideology,
resistance and the transformation of performance traditions in post-colonial
Malawi"), Universidad de Botswana, Gaborone, 1993.
3 Proyecto de Monitoreo de los Medios de Zimbabwe, Una cuestión de equilibrio:
los medios de comunicación de Zimbabwe y el referéndum constitucional, Harare,
2000
4 Gary A.
Ferguson, Cuestiones políticas y grupos de enfoque de los medios de Urania:
Sumario de conclusiones, International Foundation for Elections Systems,
Washington DC, 1999.