La educación pública nacional ha crecido, especialmente,
alrededor de problemáticas de salud, pero también, en algunos países, alrededor
de asuntos constitucionales, de desarrollo o de derechos humanos, por lo que hay
suficientes ejemplos como para hacer propuestas tentativas sobre las mejores
prácticas. Otros programas ahora incluyen la prevención del SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia
adquirida) y campañas contra el tabaco, las drogas y la basura. Algunas
campañas han adquirido proporciones mundiales, especialmente las de
carácter ambiental. Pero también se pueden encontrar programas
anti-minas terrestres y muchas otras iniciativas para la paz.
Los programas de educación pública son subproductos
interesantes, en su forma actual, del incremento en la democratización y de la
globalización de la información. Los gobiernos y las instituciones privadas
tienen que depender de los programas educativos, en lugar de coaccionar o
desinformar, para persuadir a los ciudadanos de cambiar su comportamiento. La
rapidez de los cambios hace menos probable realizar esto de manera gradual a
través de los sistemas escolarizados formales; pero el cambio mismo en el conocimiento
y la información reduce la posibilidad de que las formas de socialización
general sean las más adecuadas. Sin embargo, a pesar de la evidente necesidad
en algunos contextos, la escasez de recursos financieros, de voluntad política
y de experiencia práctica, pueden limitar el alcance y la calidad de los
programas de información pública, si es que llegan a existir.
La serie de mejores prácticas que se presenta a
continuación es limitada, de carácter tentativa, y abierta a evaluaciones y
pruebas. Aún así, parece haber ciertos componentes y metodologías
estandarizadas que son más efectivas que otras. Estas son:
- establecer vínculos y construir
organizaciones para
asegurar un ambiente apropiado para el establecimiento y ejecución del
programa
- establecer mecanismos de pertenencia y
retroalimentación
- identificar, entender y usar
organizaciones o instituciones para comunicarse con sus electorados,
asegurando que:
- el acceso a grupos de enfoque
específicos sea a través de intermediarios que gocen de confianza
- la comunicación está a cargo de
aquellos que entienden y utilizan un lenguaje y medios apropiados,
incluyendo acercamientos orales cuando sea necesario
- el mensaje de educación pública sea
distribuido rápidamente y a un amplio rango de grupos
de enfoque
- moldear los objetivos y los mensajes de
aprendizaje en
conjunción con individuos y organizaciones que sean representativas de los
grupos de enfoque con fundamento en las necesidades reales y no
simplemente en los imperativos programáticos
- crear un contexto apropiado para que el ambiente legal, cultural y
organizacional promueva el comportamiento propuesto por los objetivos de
aprendizaje, en lugar de obstruirlos
- proveer el apoyo educativo y
organizacional necesario
mediante la preparación de cualquier material necesario para una educación
cara a cara o en pequeños grupos:
- brindando capacitación a los
capacitadores, orientación sobre los materiales y eventos de apoyo al
usuario
- suministrando grupos referenciales y
apoyo a las campañas a escala regional y nacional
- desarrollando apoyo en medios
nacionales, especialmente a través de la publicidad en radio y materiales
suplementarios adecuados para prensa y radiodifusión
- construyendo asociaciones
institucionales para asegurar la viabilidad financiera, administrativa y
de la instrumentación, así como responsabilidad pública
Estos principios se desarrollan con mayor detalle a lo
largo del tema de Educación electoral.