Las
sociedades en conflicto dan origen a áreas geográficas que son inseguras para
las autoridades y para los partidarios una facción o grupo alternativos.
Estas
se convierten en áreas donde nadie puede ir, al menos no sin arriesgarse a ser
atacado. En la mayoría, pero no en todos estos casos, los límites de dichos
territorios están claramente demarcados. Puede incluso haber existido un
desplazamiento forzoso de aquellos percibidos como extraños (ya sea por su
identidad étnica, política o religiosa).
Cuando
una sociedad de éstas da inicio a un proceso electoral, o empieza un proceso de
conciliación o un ejercicio de construcción de nación, estas áreas permanecen.
Ciertamente, se pueden convertir en el obstáculo más significativo para el restablecimiento
de la paz y la democracia.
Es
esencial que exista un programa educativo en tales áreas. Durante las
elecciones, puede inclusive considerarse necesario que los ciudadanos que viven
en esas zonas tengan acceso a los diferentes contendientes políticos o sus
ideas.
Los
partidos políticos y facciones pueden haber dividido un país de tal manera que
no sea posible acceder al territorio controlado por uno u otro. Este puede ser
un fenómeno reciente o de tiempo atrás que plantea situaciones especiales para
los administradores electorales.
Sin
embargo, para los educadores, significa una serie de dilemas. Los votantes
requieren información y educación que debe suministrarse de forma profesional y
apartidista, en momentos en que tanto los educadores como los electores corren
riesgos muy altos. Para que esta educación sea relevante y eficaz, los votantes
requieren información acerca de todos los competidores. La territorialidad
genera efectos negativos sobre los votantes y sus percepciones democráticas,
los cuales pueden ser difíciles de superar a través de programas educativos comunes.
Ciertamente, estos pueden estar tan alejados de la realidad de aquellos que
están siendo educados, que el programa es susceptible de generar cinismo e
incredulidad.
La
vida no es perfecta. Puede decidirse que a pesar de los problemas (y los
problemas de los educadores son invariablemente secundarios frente a aquellos
del contexto político) es importante continuar con las elecciones, sin importar
la creación de áreas inaccesibles donde la oposición política no es ni
bienvenida ni tolerada.
En
estas circunstancias, habrá que desarrollar programas que requieran la ayuda de
las fuerzas de seguridad para proteger a los educadores, y donde los propios
educadores tendrán que transmitir información sobre los partidos políticos de
forma apartidista.
En
algunos casos este dilema puede superarse utilizando programas radiales, que pueden
ser sintonizados a lo largo de cualquier frontera. En otros casos, los
programas deberán incluir actividades cara a cara en eventos de ambiente tan
poco natural como aquellos que cuenten con la protección de las fuerzas de
seguridad.
Precauciones de seguridad
Cuando
esto sucede, hay que proteger a los votantes cuando van y cuando dejan el
evento, además de asegurarse que todos los detalles de éste han sido aprobados
por el partido o facción que controla el territorio. Los educadores se irán junto
con las fuerzas de seguridad, pero los votantes no. La determinación sobre si
se debe proceder con dicha educación tiene que basarse en la seguridad personal
de los participantes una vez terminado el evento. La seguridad del evento en sí
es la parte fácil del ejercicio, y no debe convertirse en la principal
preocupación de las fuerzas de seguridad y de los organizadores.
En
algunos casos, puede decidirse conducir una exposición rodante, en la cual la
autoridad electoral crea una plataforma para que todos los candidatos o
partidos competidores hablen en un área particular. Los educadores deben
utilizar esta oportunidad para enviar mensajes sobre el secreto del voto, la
tolerancia a la oposición, y la aceptación de los resultados de la elección.
Igualmente, deben entregar materiales que sean claramente identificables como
no pertenecientes a ningún partido.
En
algunas situaciones, la educación como tal resulta riesgosa. Un territorio
puede estar controlado por una facción que se esté resistiendo a las elecciones
mismas. Aquí, hay que tomar una determinación sobre cómo se continuará con la
elección y qué tipo de seguridad se le va a proporcionar a los electores que
desean votar sin importar las opiniones de la facción que controla el
territorio.
El
material para transmitir por radio o televisión es el más conveniente en estas
situaciones, aun cuando pueden existir otras redes de información que pueden
utilizarse.
La
educación electoral que se lleva a cabo bajo circunstancias tan difíciles puede
valer la pena. La presencia de educadores apartidistas en áreas inaccesibles
puede incrementar el clima de tolerancia frente a diferentes puntos de vista.
Estos educadores desarrollan niveles de confianza que no pueden ser alcanzados
por los programas transmitidos por radio o televisión, marcando el paso de lo
que inevitablemente debe seguir en las mesas de votación y durante el monitoreo
de la realización de las elecciones durante el horario de votación. Estar
presente cuando los encargados de las campañas de los partidos políticos no
pueden estarlo, también establece una única presencia no ligada al control
partidista, y proporciona una oportunidad para que los votantes obtengan
información general de todas las campañas.
El apartidismo es crucial
Hay
que tener cuidado de asegurarse que los involucrados en dichos programas están
entre los más experimentados y claramente apartidistas. Ellos pueden llegar ser
el único personal disponible, y la gente se les acercará para que le den
información sobre otros partidos. Si esta información no se facilita con
prudencia, los educadores pueden proporcionar la excusa perfecta para que el
líder de un partido torne las elecciones a su favor, o incluso se retire de
éstas. Basta una palabra para que el educador parezca tendencioso, por lo que
se debe tener mucho cuidado en el lenguaje que se utiliza.
Una
forma de solucionar este problema en particular es contar siempre con equipos
de educadores de diferentes regiones. Esto, además, tiene un significado adicional,
pues actúa como una demostración física de la conciliación que se está
buscando, aunque puede resultar difícil para el equipo en sí. En tal virtud,
estas personas deben ser apoyadas por los líderes y administradores del
programa.