Cuando una derrota electoral no resulta en la transmisión
pacífica del poder, sino en disturbios o golpes de estado, o cuando un partido
basa su campaña en tácticas de difamación o intimidación personal, el problema
no radica en la comprensión de la democracia por parte de los ciudadanos, sino
por parte de los líderes. La educación electoral y la cívica, por lo general,
se dirigen a las personas ordinarias. Se parte de la premisa que son ellos
quienes tienen que aprender a ser democráticos, a votar, a elegir líderes, a
entender cómo funcionan los procesos políticos, la gobernabilidad y la responsabilidad
cívica.
Mucho menos es lo que se dice sobre la comprensión que
tienen, quienes ejercen el poder político, sobre los principios de la
democracia y su nivel de adhesión a ellos. También es poco lo que se dice sobre
lo que los líderes necesitan aprender una vez que son elegidos y lo que pueden
dar por sentado, sin saber aún cómo representar a sus electorados, cómo
gobernar y tomar decisiones democráticas, lo relativo a sus derechos
constitucionales y sus responsabilidades.
Los líderes son una fuerza de alto impacto
Además de la importancia de la educación a los líderes en
apoyo la democracia, está la ventaja adicional de que los líderes son un grupo
de alto impacto. Cambiar su comportamiento, actitudes y nivel de conocimiento
puede tener efectos profundos en sus seguidores y en los mensajes que éstos les
comuniquen.
Se puede identificar una variedad de grupos de líderes y
programas desarrollados durante las elecciones y entre las elecciones. En
países donde el liderazgo está investido de rasgos míticos y es considerado
hereditario, estos programas pueden ser particularmente importantes y también
altamente politizados.
Los líderes comunales, así sea que hayan sido designados,
elegidos, ordenados o nacido con la investidura, son un punto de partida obvio.
Además de sus propias necesidades educativas, también proveen acceso a las
comunidades que representan. Los líderes tradicionalistas tienen una relación
de cercanía con sus comunidades que hace muy difícil realizar cualquier
actividad educativa sin, por lo menos, obtener soporte tácito de parte de
ellos.
En
resumen, proveer formación en liderazgo para líderes políticos, tradicionales o
de la comunidad, desarrollar relaciones de confianza, proporcionarles
información útil para su electorado, y dándoles oportunidades para
contribuciones, sólo puede aumentar su sentido de titularidad en los programas
de educación electoral, por lo tanto aumentando su probabilidad de éxito.
Encontrar
oportunidades educativas
Dentro de la vida política de un país, los oficiales
elegidos a niveles locales, regionales o nacionales, tienen generalmente una
rutina que hace extremadamente difícil que se eduquen o inicien programas
educativos para sí mismos y sus colegas o camaradas. Aún así, hay una tendencia
cada vez más programas de capacitación y orientación respaldados u organizados
por partidos políticos y por las instituciones para las que son elegidos.
Áreas
de capacitación
La capacitación al liderazgo partidista siempre tendrá un
componente dual que puede ser difícil de separar para los educadores. No sólo
tienen la necesidad de competir exitosamente en las elecciones y asegurar que
tienen una ventaja comparativa sobre los demás partidos, sino que también requieren
de lo que en los sistemas parlamentarios se denomina “oposición leal”, que
significa que debe existir un incentivo para garantizar la legitimidad de los
resultados electorales y de las instituciones, por lo que deben trabajar en
conjunto para lograr ese fin.
Los programas de capacitación para los agentes o
representantes partidistas, por ejemplo, han sido conducidos de manera exitosa
más allá de los límites entre partidos. Los programas de información que aseguran
que todos los funcionarios de los partidos entiendan las regulaciones
electorales y los procesos de votación de la misma manera, así como que
comprendan su obligación de acatar la ley y de sujetarse a las multas y
penalizaciones, también han sido exitosos. Estas actividades hacen más que
pasar información sobre elecciones, desarrollan colaboración y confianza entre
competidores y establecen relaciones entre líderes, que son necesarias cuando
surgen conflictos. Finalmente, estos programas aseguran que haya un gran grupo
de líderes bien informados, capaces de comunicar información sobre las
elecciones al mismo tiempo que están envueltos en la competencia por el poder.
Las autoridades electorales deben asegurarse de que la
información que se provea abarque:
- el código electoral o toda la
legislación que rige la elección
- reglamentos pertinentes de elecciones
- códigos de conducta
- papel, derechos y responsabilidades de
los contendientes y sus representantes
- los arreglos que se hacen para la
votación, el escrutinio y la seguridad
- procedimientos para la presentación y
resolución de impugnaciones
- papel de la autoridad electoral
También se puede alentar el desarrollo de educación
democrática más general para líderes políticos que trate asuntos de cultura
democrática, el papel de la oposición y los arreglos particulares de
transferencia de poder que seguirán a las elecciones, especialmente una
elección fundadora. Estos cursos pueden ser ofrecidos por agencias diferentes a
la autoridad electoral, sin embargo, la autoridad puede iniciarlos y mantenerse
involucrada.