En cada elección, y ciertamente en cada campaña de
"educación para la democracia", existen grupos especiales que
requieren atención particular. Hay ciertos grupos que emergen con determinada
frecuencia y que necesitan especial atención. Dentro de éstos grupos podemos
incluir:
Listarlos aquí no significa que los educadores se cierren
a la posibilidad de que puedan existir otros grupos que requieran atención
especial. Estos grupos variarán de país a país. Entre más se atomice la
sociedad por el progreso, y exista más conciencia sobre las necesidades
especiales y los derechos humanos de los grupos en oposición a los individuos,
probablemente se podrán identificar un mayor número de agrupaciones especiales.
En circunstancias de transición, los intereses de ciertos
grupos se podrán identificar con mayor exactitud, y estos grupos merecerán
atención especial durante las elecciones. El régimen del Khmer Rouge en
Camboya, por ejemplo, generó grandes cantidades de emigrantes de Camboya, a quienes se garantizó el derecho al voto en las
elecciones supervisadas por las Naciones Unidas. Las primeras elecciones
democráticas en Sudáfrica fueron consideradas como altamente incluyentes, y se tuvieron
que realizar acuerdos para una diáspora de sudafricanos alrededor del
mundo. La baja participación electoral de las personas jóvenes en democracias
de larga tradición ha motivado programas especiales creados especialmente para
la juventud.
Los educadores electorales no deberían
menospreciar las formas tradicionales y visibles bajo las cuales funcionan las
sociedades, si desean extender los derechos democráticos a toda la ciudadanía.
Aparte de las hegemonías establecidas por grupos particulares de ciudadanos a
través del lenguaje, cultura y manipulación del poder, una educación adecuada
usualmente requiere matices especiales y una aproximación sofisticada a los
individuos. Entre más matices se descubran y se tornen visibles mejor.
Funcionarios electorales
Los funcionarios en las mesas de votación y en el
organismo electoral pueden ser un activo muy valioso para cualquier programa de
educación electoral. Tienen la ventaja de que se les puede identificar claramente,
están dispuestos a atender a las capacitaciones, están disponibles antes de una
elección y, si se conservan los registros, también después, y están altamente
motivados, aún cuando en algunos casos la motivación sea pecuniaria. Al
proporcionarles capacitación que incluya un componente de educación al votante,
pueden convertirse en una potencial fuente informal de educación (ver Los funcionarios electorales y la educación electoral). Al mismo tiempo, es
factible que en muchos países en desarrollo y sociedades en transición, los
trabajadores electorales y funcionarios electorales tengan exceso de trabajo y
no se les reconozcan sus esfuerzos. En esos casos, los educadores tendrán que
evitar expectativas poco realistas.
No obstante, debido a las labores que ellos desempeñan,
se tendrá que prestar especial atención a la información relacionada con los
lugares y horas donde estas personas puedan votar, puesto que ésta difiere de
la que se le suministrará a los votantes en general. Así parezca una tarea
pequeña, no debe pasarse por alto, pues impactará sobre la confianza con la que
ellos hablen sobre las elecciones e igualmente reducirá sus propias
inseguridades, que pueden magnificarse conforme haya más presión.
Votantes en el exterior
El número de votantes fuera del país variará dependiendo
del país en particular y de la elección. De igual forma, podría existir una
legislación que defina si todo el grupo de personas, o solamente algunos, tiene
derecho a votar o no. Aparte de los votantes residentes en el exterior se
pueden incluir aquellos que forman parte del servicio diplomático, o están de
vacaciones o en viajes de trabajo. Se puede incluir, también, a aquellos que
viven fuera de su país de origen por largos periodos pero que mantienen la
ciudadanía, e incluso a aquellos que nunca han vivido en su país de origen pero
que tienen la ciudadanía por algún derecho histórico. En la mayoría de los
casos, los que desean votar se identificarán de alguna forma. Se pueden
elaborar planes para repartir la información o el material educativo entre
éstas personas, la que inevitablemente tendrá que diferenciarse de aquella dada
a los votantes residentes, por ejemplo en cuanto a los lugares de votación,
horarios y métodos para votar. Puede que se hagan arreglos para permitir, entre
otros, el voto por correo.
Voto anticipado y en ausencia
Para las personas que van a estar en el país en los días
próximos a las elecciones, pero no el mismo día de la elección, puede haber
algunas disposiciones que los cubran. Esto a menudo afecta a las personas que
puedan estar de viaje o en el extranjero por motivo de negocios o vacaciones.
Para algunas elecciones, como las presidenciales, esto puede incluir las
personas que en el día de elecciones no van a estar presentes en la área donde
se registraron.
Dos de las opciones más comunes disponibles para esos
grupos son el voto en ausencia y el voto anticipado. El voto en ausencia
requiere de una solicitud ante la autoridad electoral. Las boletas son
posteriormente enviadas a los electores por correo, se marca el voto(s), y
luego se devuelven por correo. En el caso del voto anticipado, los votantes
pueden ir a su sitio de votación o a una oficina electoral de nivel superior para
emitir su voto(s). Algunos países también permiten a los votantes que no estén
en su área de registro en el día de las elecciones presidenciales obtener un
certificado que les permita votar en otra área. Evidentemente, todos estos
servicios especiales de votación tienen sus propios procedimientos y requisitos
únicos que deben ser difundidos a los votantes que los quieran usar.
Refugiados
y desplazados internos
El grupo más complicado de votantes fuera del país o
jurisdicción son, por mucho, los refugiados y los desplazados
internos (IDPs por el acrónimo en inglés de internally displaced people). Los refugiados y los IDPs
suelen ser desplazados por causa de una guerra, un conflicto civil o las
perturbaciones climáticas. Ello provoca problemas tales como la pérdida de los registros
y de los documentos de identificación personal y electoral, lo que deriva en la
incapacidad para votar en los lugares donde se encuentran registrados y el
acceso a sitios alternativos de votación. En el caso de las elecciones locales
y legislativas, el ejercicio de sufragio general en lugar de universal, también
podría presentar problemas de representación. Los países de la antigua Yugoslavia
y de la región del Cáucaso proveen algunos ejemplos donde fue necesario hacer
arreglos especiales para la votación y donde se requirieron programas
específicos de educación al votante para los refugiados en los países vecinos y
para los IDPs.
Cuando el desplazamiento también incluye el cruce de
fronteras, los problemas se incrementan exponencialmente. Donde las elecciones
son un resultado de acuerdos políticos, puede que exista un programa para la
repatriación de refugiados antes de las elecciones, tal y como sucedió en
Mozambique. Si la repatriación puede hacerse antes de la fecha de elecciones,
es posible realizar programas de educación electoral en ese país. Sin embargo,
aquellos que han sido refugiados por largos periodos, o como consecuencia de
una agitación o guerra significativa, pueden requerir especial atención. El
programa de información está contenido en Comunicarse con
exiliados, refugiados y desplazados internos
Nómadas
y migrantes
Las elecciones nacionales, regionales y municipales se
asumen generalmente como una selección de representantes para un área
geográfica determinada. No obstante hay personas que viajan, y como resultado
de ese viaje, tienen intereses en más de una localidad; o no pueden ser
asignadas a un distrito electoral en particular. Estas personas nómadas y
migrantes —ya sea porque su estilo de vida se considera que está forzado por
razones económicas, políticas o climáticas, o por simple decisión personal—
representan un reto muy serio (aunque ideológicamente no representan una
amenaza) a los conceptos de la democracia.
La mayoría de la veces, las sociedades que estas personas
construyen, y dentro de las que establecen su propios patrones de liderazgo, están
relativamente cerradas a los extraños. Puede que además, los intereses de estas
personas los excluyan, o hayan sido excluidos, del discurso político en
general. La sección sobre grupos aislados y nómadas provee información sobre los
programas.
Electores en zonas remotas
En algunos países, existen también posibilidades de que
existan votantes en zonas remotas. Estas áreas pueden ser casi inaccesibles por
la mayoría de las formas de transporte, tener muy limitado acceso a los medios
de comunicación, y prácticamente no tener interacción con otras comunidades. En
los Estados Unidos, esas comunidades se encuentran en Alaska, mientras que en
el país de Georgia, se pueden encontrar a lo largo de la cadena montañosa del Cáucaso.
A pesar de su lejanía, habrá la posibilidad, aunque sea limitada, de llegar a
estas comunidades. Sin embargo, será necesario planear todo por anticipado. Los
materiales electorales tendrán que ser entregados a estas comunidades en algún
momento y, con toda certeza, habrán vuelos organizados por el gobierno a esas
zonas para el transporte de alimentos y provisiones y para el traslado de las
personas. Si se han programado vuelos en helicópteros, se pueden hacer arreglos
para asegurar que se entreguen materiales para la educación electoral. Llegar a
los grupos nómadas y aislados proporciona información sobre este programa. La
sección sobre grupos aislados y nómadas provee información sobre los
programas.
Minorías
Las sociedades no suelen ser homogéneas. La mayoría de
los países tienen minorías étnicas, lingüísticas y culturales definidas. Puesto
que estos grupos se constituyen en minorías, es posible que haya existido una
tendencia pasada a marginarlos o a tratarlos de forma distinta, y quizá con
métodos opresivos. Con la desautorización viene la introspección y aparente
apatía. Y con el aislamiento de la cultura dominante viene una serie de normas
lingüísticas y culturales que impiden la preparación de programas educativos, a
no ser que se les preste la debida atención a estos grupos, así como a las
relaciones de poder que presentan sus interacciones con la mayoría.
Puede que se oponga resistencia a los programas
educativos por tener un diseño que aparentemente busque asimilar a los grupos o
socavar la cohesión de los mismos. Algunas minorías pueden, además, ver la
democracia como una amenaza. Lidiar con este alejamiento del proceso
democrático no es una tarea exclusiva de los educadores. Usualmente este es un
reto mayor para aquellos involucrados en la educación para la democracia y para
las personas encargadas de desarrollar instituciones democráticas que respeten
los derechos humanos.
Discapacitados
En un creciente número de países, las personas minusválidas y con discapacidades se están
organizando. Esto es particularmente cierto en sociedades democráticas donde es
posible realizar movilizaciones para acceder al Estado y a los recursos del
sector privado. Sumado a un imperativo que facilite la participación de las
personas en las elecciones, hay que realizar esfuerzos especiales para permitir
que los discapacitados tengan acceso a éstas y otras instituciones.
Puede que las intervenciones más importantes frente a
este tema no giren en torno a la educación para los discapacitados. La
sensibilidad estructural y de la infraestructura, el desarrollo de métodos para
votar y el acceso a los sitios de votación, así como la capacitación y
educación de funcionarios y personas sanas física y mentalmente, es esencial.
Si existen programas de educación al votante para las
personas sanas, entonces éstos tienen igualmente que reproducirse para las
personas discapacitadas. Existe un rango de métodos y técnicas especiales
requeridos, los cuales se discuten en Garantizar la participación de recluidos domiciliarios y discapacitados. La información más
importante puede que sea la demográfica. De igual manera la cooperación de
instituciones y asociaciones que trabajen con discapacitados es un requerimiento
ineludible.
Electores que no pueden salir de casa o están hospitalizados
Inevitablemente, habrá electores que estén muy
debilitados o enfermos para acercarse a las urnas en el día de las elecciones.
Dependiendo de la ley electoral y la costumbre, pueden hacerse arreglos para
que voten quienes están confinados en sus casas, para los pacientes en los
hospitales, hogares de ancianos, o en centros de rehabilitación. Se pueden
establecer lugares especiales de votación, o se les puede permitir votar en
ausencia o mediante el uso de urnas móviles. Para atender estas necesidades, es
probable que haya algunas modificaciones en el proceso de votación, así como
procedimientos específicos para solicitar estos servicios especiales de votación.
Esto deberá ser abordado a través del programa de educación electoral.
Prisioneros
Los prisioneros pierden su libertad una vez que son
condenados por una corte de ley a una sentencia bajo custodia. Sin embargo, no
siempre pierden su ciudadanía. En algunos países, sentenciar puede llegar a
significar, decidir si a determinada persona se le retiran o no sus derechos
cívicos mientras dure la sentencia bajo custodia. En otros países, se asume que
con la pérdida de la libertad también se pierden las cosas que requieren
libertad de movimiento. Votar puede ser
una de éstas.
El aumento en el uso de la detención para personas que
esperan un juicio, y que aún no están condenadas por ningún crimen, el uso
extensivo de sentencias que no son bajo custodia, a través de la cual la
persona condenada puede votar y otra bajo custodia por la misma ofensa no
puede, así como el uso de prisiones para la detención de opositores políticos y
disidentes, sugiere que hay que prestar una mayor atención a este segmento de
la población.
Este es el caso particular de las sociedades que creen
que la prisión se creó para castigar y rehabilitar a las personas. Los
prisioneros dejan la prisión y vuelven a la sociedad normal. Sin importar si lo
hacen después de periodos cortos o largos, requieren información y educación
que les permita participar de forma constructiva en la sociedad, lo cual
incluye participar en las elecciones. Consecuentemente, hay que pensar en la
educación cívica y electoral que se le da a los prisioneros, así puedan o no
votar. Dicho programa impone retos especiales que se discuten en Educación de prisioneros y en Educación en instituciones restringidas.
Presos políticos
En algunos países en desarrollo y sociedades en
transición, puede haber otro uso para las cárceles, por ejemplo, detener a los
opositores políticos y disidentes sociales. Estos grupos, bien sea que aún
permanezcan detenidos o hayan sido liberados por medio de un arreglo negociado
o impuesto, de una amnistía o indulto, enfrentan necesidades y retos especiales
de reincorporación a la sociedad y a la vida política, incluyendo su
participación constructiva en la política a través del voto y otros medios. En
el caso que los presos políticos no participen en el proceso electoral, la
legitimidad de la elección o del gobierno resultante podría ser socavada. Estos
temas deberán ser abordados con especial atención y sensibilidad a través de
programas de educación cívica y electoral.
Fuerzas
de seguridad
Los ejércitos, las fuerzas de policía y cuerpos oficiales
o informales similares se consideran normalmente como ciudadanos. En sociedades
que se han visto envueltas en conflictos civiles o represión interna, estos
ciudadanos están a menudo comprometidos y aislados. En tales situaciones, hay
que realizar esfuerzos distintivos para lograr la desmovilización y
rehabilitación. Una vez más, la educación tiene que dirigirse a aquellos que
están dentro y fuera de las fuerzas de seguridad.
Empero, coexisten otras demandas que surgen aun en
democracias consolidadas. Los soldados están supeditados a la permanencia en
bases aisladas o en el exterior; estas bases están cerradas a las influencias
cívicas generales por razones de control y seguridad; y por ello los soldados
en particular pueden ser susceptibles a amenazas e intimidación. En sociedades
con fuerzas de policía militarizadas pueden aplicar las preocupaciones
similares.
Los servicios uniformados que requieren el uso de la
fuerza, ya sea por rebelión y resistencia o por el ejercicio legítimo o
ilegítimo del Estado de autoridad, desarrollan rápidamente un lenguaje, modo de
vida y cultura propia. Estas preocupaciones deberán tenerse en cuenta al
desarrollar programas educativos (ver Fuerzas de seguridad y Educación
en instituciones restringidas). Dichos programas son importantes porque esas fuerzas
pueden garantizar la seguridad el día de las elecciones y la transición exitosa
de un gobierno a otro, o convertirse en una "piedra en el zapato".
Mujeres
Ya no es aceptable que un país establezca un sistema
democrático y elecciones sin darle el derecho al voto a la mujer. El derecho al
sufragio, sin embargo, no vino sin una lucha anterior. El derecho a votar
legalmente es una cosa, pero la posibilidad de participar enteramente en los
asuntos cívicos y la posibilidad de votar son cosas completamente diferentes.
Mientras que las mujeres constituyen la mayoría de la población en varios
países, éstas se encuentran sub-representadas en la vida política.
La educación por sí sola no cambiará esto. Pero es
posible, y ciertamente necesario, desarrollar programas educativos que pongan
particular atención a las barreras económicas y culturales que impiden el
avance en la participación y que afectan a las mujeres alrededor del mundo.
Cuando estas barreras coinciden con una membresía
minoritaria, pobreza y dispersión geográfica, se forma una pared muy alta que debe
ser escalada o derrumbada.
Jóvenes
y primo votantes
En cada elección hay nuevos votantes dentro de los que
encontramos a aquellos que llegan a la edad reglamentaria para sufragar. Los
programas en los colegios que impulsan la participación cívica y la competencia
electoral motivan a las personas a votar. No obstante, existe la necesidad de
desarrollar programas de educación al votante adicionales que hablen el idioma
de los jóvenes de cada país en particular. Esto es particularmente cierto en
países en vías de desarrollo, donde el cohorte juvenil es significativo y donde
las personas jóvenes usualmente se movilizan para apoyar a uno u otro partido
político o facción, los cuales desafortunadamente no siempre tienen los mismos
buenos intereses presentes en las mentes de los jóvenes.
Si bien los jóvenes
que llegan a la edad de votar estipulada por la ley pueden constituir un
porcentaje importante de quienes votan por primera vez, hay otros grupos que
también se deben de tener en cuenta. Estos pueden incluir a los nuevos
votantes (que pueden ser grupos tales como las minorías o las mujeres), los
nuevos ciudadanos, o incluso algún otro segmento de la población que haya sido
tradicionalmente apático, pero que se ha movilizado y reforzado por una campaña
de inscripción, alguna cuestión social, por un partido político, campaña o
candidato.
Todo
ciudadano que vote por primera vez en las elecciones probablemente tendrá menos
información sobre sus derechos y sobre el funcionamiento del proceso. Estos
votantes pueden encontrar particularmente burocráticos, y quizás incluso
intimidatorios, algunos aspectos del proceso de registro y votación. Los
educadores deben identificar las necesidades de información y los temores de
este grupo para asegurarse de que estas dificultades se pueden superar y que
este grupo no se desvincule del proceso.