Debido a que las personas físicamente
discapacitadas y los recluidos domiciliarios (por causa de alguna enfermedad o
su edad) tienen necesidades específicas, los programas educativos, en ambos
casos, tendrán éxito sólo si se hacen arreglos especiales para ellos.
Superando la discriminación
El trato que le dé la sociedad
a los vulnerables y discapacitados dice mucho de su compromiso con la
democracia y los derechos humanos. Empero, la forma en que se conduzca la
educación para las elecciones depende mucho de los arreglos que esté dispuesto
a hacer un país para promover la participación de las personas dentro de la
sociedad, así sea en las elecciones o en la vida cotidiana de la comunidad.
Entre aquellos que trabajan con los individuos físicamente discapacitados hay
algunos que consideran que la tarea principal de la educación no se encuentra
dentro de este segmento de la sociedad, sino entre aquellos con todas sus
capacidades.
La primera prioridad de un
programa educativo debe ser conocer todas las formas en que una sociedad
discrimina a los físicamente discapacitados a través de sus arreglos
arquitectónicos, infraestructurales y legales. Además, se deben hacer todos los
arreglos para permitir y fomentar la participación antes de estar convencido de
que se debe llevar a cabo un programa de educación electoral para los físicamente
discapacitados.
Lograda esta certeza, se
tienen que desarrollar estrategias que tomen en cuenta las diferentes
categorías de discapacidad. En algunos casos, puede ser suficiente comunicar a
través de los programas educativos convencionales que resulten accesibles para
los físicamente discapacitados que dispondrán de facilidades de acceso a la
votación. Quizá no resulte necesario modificar ni el enfoque educativo ni
ningún otro tipo de información.
Ampliar el alcance
En otros casos, los educadores
tendrán que llegar hasta quienes estén recluidos en su domicilio mediante la
identificación de las instituciones que los tienen a su cargo y preparando el
contacto y los materiales correspondientes. Hay sociedades que han sido
construidas de tal forma que los físicamente discapacitados y aquellos con reclusión
domiciliaria parecen ser invisibles. En tales sociedades, los educadores deben
convertir en visible lo invisible, por lo menos para aquellos que planean e
instrumentan el programa de educación al votante. Esto se puede hacer
estableciendo contactos con las organizaciones de bienestar general, con
parientes y con los físicamente discapacitados mismos. También se puede hacer
de una forma dramática, y que garantice que el programa va a tomar en cuenta
todas las necesidades especiales, incrementando el equipo de educación para que
éste incluya gente físicamente discapacitada. Efectivamente, los programas cara
a cara pueden ser fortalecidos si se entrena a las personas físicamente discapacitadas
para que sean educadores y comunicadores.
Sordera
Ciertos padecimientos apartan
a la gente del mundo exterior en formas especiales. La sordera es uno de éstos.
Los educadores deben trabajar con gente que conozca el lenguaje de señas.
También deben garantizar que la televisión emita programas con subtítulos o
señales visuales y que haya programas especiales en televisión para los sordos
que ayuden a su preparación para las elecciones. En general, las sociedades que
tienen distintas alternativas de oportunidades educativas para la gente
físicamente discapacitada son más eficientes en la educación al votante.
Aquellas personas con pocas facilidades siempre estarán en desventaja, a no ser
que su sociedad tenga una ética de cuidado e inclusión.
Ceguera
Gracias al desarrollo de la
tecnología para la producción de material braille, es posible reproducir muchos
de los materiales utilizados con los videntes. Además, cuando la autoridad
electoral se ha preparado para que los invidentes puedan votar mediante el
sistema braille, sólo será necesario adaptar dichos materiales para ofrecer una
buena información sobre el uso apropiado de este sistema. Cuando no hay
material braille disponible y la votación debe llevarse a cabo con algún tipo
de asistencia, la legislación debe garantizar que no se pasen por alto las inquietudes
relativas a la obligada secrecía del voto de los invidentes.
Los físicamente discapacitados
no por ello se vuelven incapaces. Los invidentes pueden oír y los sordos pueden
ver. Los educadores de votantes deben utilizar métodos que tengan esto en cuenta.
Para los invidentes esto implica el uso de la radio, cintas grabadas y
comunicaciones orales; para los sordos, el uso de ilustraciones y
demostraciones.
Accesibilidad
Todos los físicamente
discapacitados requieren un mensaje adicional, y este mensaje debe ser
transmitido universalmente a través de las distintas opciones que presenten
imágenes en carteles, televisión y exposiciones. El mensaje debe invitar a los físicamente
discapacitados a votar. Como consecuencia debe haber un clima de aceptación y de
accesibilidad entre las autoridades electorales. A pesar de que puede haber
gente físicamente discapacitada que acuda a votar sin importar las
restricciones que se les imponen, debe haber autoridades electorales y
educadores interesados en eliminar dichas restricciones.
Cuando se han llevado a cabo
los arreglos necesarios para ofrecer este tipo de facilidades, trátese del uso
de unidades móviles de votación, del acceso en sillas de ruedas a los sitios de
votación o de programas de ayuda al votante, esta información tiene que ser
divulgada ampliamente. Las redes y las instituciones que trabajan con los
recluidos domiciliarios y los físicamente discapacitados deben ser avisadas
oportunamente, para que puedan divulgar esta información y lleven a cabo los
preparativos necesarios.