Todas
las sociedades tienen instituciones restringidas. En algunos casos, éstas están
literalmente cerradas al público y a sus habitantes, como las prisiones de máxima
seguridad o los manicomios; otras podrán estar parcialmente abiertas, pero la
naturaleza de la institución la protege del contacto general con el público,
por ejemplo, los centros
de detención, los hogares especiales, o los hospitales para personas con
enfermedades crónicas. Otras puede crear una especie de aura de aislamiento,
que dificulta el acceso de los no agremiados: instituciones militares, algunas
casas religiosas, y, en algunos países, las estaciones de policía.
En
estas instituciones restringidas, con pocas excepciones, las personas están
participando actualmente en sociedad, o van a retornar a ella en algún momento.
En instituciones donde existe un constante contacto entre los miembros y el
mundo exterior, la educación puede presentarse durante dicho contacto. En
algunos casos, es posible que no exista esa relación o que sea mínima, y aunque
no sea posible que los miembros, presos o pacientes de estos lugares voten en
una elección particular, continúa siendo necesario que tengan oportunidades de
aprender sobre temas tales como la democracia y la ciudadanía.
Esta
sección sugiere tres aspectos que deben considerarse al dirigir la seguridad de
los programas conducidos en instituciones restringidas:
- la seguridad del
personal
- la seguridad de
los participantes
- la eficacia del
programa
Selección de programas
Los
educadores hablan del perfil escondido de los colegios: lo que no se enseña
durante una lección, pero que es resultado del ambiente dentro del cual se
lleva a cabo. Las prisiones plantean un problema particular, en especial si
están principalmente diseñadas como lugares de restricción y castigo; las bases
militares operan bajo sistemas de autoridad que, de alguna forma, van en contra
de lo que comúnmente se considera como comportamiento democrático entre las
personas.
Como
resultado de este contexto particular, se tienen que desarrollar programas
especiales, y se tienen que encontrar distintos métodos para asegurar la
eficacia de este programa.
Seguridad
Una
vez establecido esto, hay que llegar a acuerdos para manejar las problemáticas
relacionadas con la seguridad general: el acceso a la institución, el contacto
(o la falta del mismo) entre los educadores y los presos, las relaciones con el
personal de la institución, y su relación con aquellos que participan en el
programa. Dichas discusiones deben llevarse a cabo antes de que comience
cualquier programa, y, dada la naturaleza especializada del trabajo, la
responsabilidad debe recaer sobre un personal igualmente especializado.
Utilizar al personal especializado
disponible
Muchas
instituciones restringidas tienen programas de visita, de asistencia social y
servicios psiquiátricos, capellanías religiosas, facilidades para la educación formal,
y educación vocacional. Es esencial establecer contacto con los encargados de estos
grupos, puesto que son personas que han formado una relación de trabajo con la
institución y conocen su cultura organizacional, las regulaciones,
limitaciones, y oportunidades.
Es
probable que dicha experiencia haya sido ganada con dificultad. Es importante
que esto no se ponga en riesgo al enviar personal inexperto a conducir este
tipo de programas. Puede que sea mejor orientar a los educadores existentes y a
otros visitantes, suministrándoles la información y material necesario, y dejar
que sean ellos los conduzcan el programa actuando como delegados o
representantes del mismo.