Tratar
con individuos y grupos que han sido excluidos, o que han enfrentado tipos
particulares de discriminación, es un importante aunque difícil tema para el
educador.
En
algunos casos estos grupos son invisibles a cualquier otro que ellos mismos o
para algunos grupos defensores o interesados que han emergido del propio grupo
o que tienen intereses políticos, de derechos o de bienestar particulares para
el grupo. En otros casos, la sociedad ha sido construida de tal manera, que
tratar de trabajar con esos grupos directamente es cuestionado por, y plantea
resistencia de, los poderosos en esa sociedad.
Los
que trabajan en sociedades con un marco normativo que impida la discriminación
o la exclusión tienen una ventaja. Estas normas pueden estar arraigadas en una
constitución o en una institución cultural o religiosa. Donde este marco no
existe, los educadores buscarán, y educarán a las personas acerca de, posibles
marcos en donde puedan encontrar legitimidad o aceptación, de parte de los
grupos discriminados y excluidos o por una amplia sección de la sociedad.
Por
ejemplo, los educadores apelarán a los tratados y declaraciones internacionales
de derechos humanos, a las directrices y cartas regionales, o a las tradiciones
ocultas y a la reinterpretación de textos significativos. En algunos países,
los individuos que demuestran los valores de inclusión y no discriminación, ya
sea mítico, histórico o contemporáneo pueden ser invocados.
Los
educadores pueden encontrar maneras de crear un mandato para llegar a estos
grupos, y puedan encontrar que ese
mandato —y los valores afirmados en ellos— formará la primera parte del
programa educativo. Esta área temática hace énfasis en que la educación tiene
que ser una actividad que ayude al crecimiento y al cambio— por lo que los
excluidos y discriminados serán el primer electorado. Pero para apoyar su
surgimiento, especialmente si comienzan a ejercer su poder político o buscan un
papel público, la educación también tendrá que ser dirigida a quienes se oponen
a que tengan más fuerza.
Hay
costos derivados de la exclusión y la discriminación, y usualmente son
descritos y analizados durante la educación antes descrita. Por ejemplo, la
exclusión crea pobreza e inestabilidad —que consecuentemente tiene
implicaciones para la sociedad en general; la discriminación provoca conflictos
en las sociedades y excluye a muchas personas con un gran potencial de
participar plenamente en el desarrollo de ese país. Pero esos enfoques
cognitivos por sí mismos son a menudo insuficientes.
Como
resultado, una amplia gama de metodologías educativas y programas han sido
desarrollados, especialmente por las instituciones de derechos humanos, grupos
defensores y los movimientos de mujeres.