Es esencial que las fuerzas de seguridad de un país
reciban educación electoral. Aún si están integradas por otros ciudadanos en
uniforme, que están en condiciones de obtener buena información acerca de la
elección durante sus tiempos libres, los miembros de las fuerzas de seguridad
tienen una relación institucional con las elecciones que es preferible discutir
y tener en cuenta.
Las sociedades en cambio
Lo anterior es particularmente importante en sociedades
que han estado altamente militarizadas. En dichas sociedades bien puede haber
programas en curso para la desmovilización de soldados, la desmilitarización de
la policía, el establecimiento de autoridades civiles por encima de las fuerzas
de seguridad, y el entrenamiento y re-entrenamiento de los miembros de las
fuerzas de seguridad. Pueden existir disposiciones legales que señalen que, el
día de elecciones, los soldados permanezcan acuartelados, y se excluya a la
policía de los sitios de votación, así como también para que se forme y
despliegue un nuevo servicio policial para la protección del proceso electoral
específicamente.
En esta situación tan variable y en ocasiones tan
extremadamente confusa y delicada, el entender a las fuerzas de seguridad y su
rol, y la forma como van a participar en las elecciones puede ser un factor
determinante para garantizar su éxito. Al mismo tiempo, los educadores podrían
enfrentar una serie de retos para brindar educación a las fuerzas de seguridad
bajo esas circunstancias, siendo una de las más importantes el obtener acceso a
las instalaciones militares para llevar a cabo los programas de información y
educación.
Los métodos cara a cara son esenciales
Dado que esta situación es delicada, los métodos de
educación cara a cara deben ser considerados como primordiales. Los costos de
los talleres educación se pueden reducir debido a la concentración de gran
cantidad de miembros de la comunidad de las fuerzas de seguridad. Estos
talleres pueden ser conducidos por educadores independientes con la autorización
de las autoridades electorales y, en consecuencia, con la autorización del
Estado. Sin este permiso, es muy probable que el programa educativo falle
debido a las sospechas y a la falta de acceso que se pueden propiciar. Por lo
anterior, la tendencia natural de dichas instituciones a inculcar la aceptación
de la autoridad sirve para fortalecer el mensaje.
Reuniones
con los líderes
A pesar de que se pueden organizar talleres de trabajo y
otras lecciones con los soldados y miembros de las fuerzas de seguridad, es la
aceptación de los cuerpos de oficiales lo que determina si el programa se
concreta o fracasa. Ellos tienen la capacidad de socavar el programa una vez se
ha marchado el educador, de dificultar la asistencia del personal a los
talleres y de intimidar a aquellos que asistan. Siempre que sea posible se
deben, también, organizar sesiones informativas a quienes ejercen el liderato.
Sin embargo, esa parte del programa no debe ser
presentada como de educación al votante. Por lo general, los oficiales creen
que están al tanto de todo lo que está pasando y no aceptan que se les diga lo
contrario. A cambio, los programas deben ser considerados como reuniones para
informar al cuerpo oficial acerca del programa conducido para los otros rangos,
así como para realizar una evaluación sociopolítica de las elecciones y acerca
de la función que se espera que desempeñen las fuerzas de seguridad durante el
periodo electoral. Además de que el cuerpo de oficiales necesita esta
información, y que es muy poco probable que la reciba de sus superiores quienes
tienen otras preocupaciones, este contexto también ofrece una oportunidad para
que puedan formular preguntas acerca de la información básica para el votante,
durante la reunión o inmediatamente después de que se culmine.
Cuando sea posible, un grupo de educadores puede visitar
una base de las fuerzas de seguridad y conducir una reunión, seguida por un
conjunto de talleres generales para utilizar el tiempo de la mejor manera,
especialmente si el viaje a la base ha sido largo.
Capacitación
de los capacitadores
Este es un escenario que parece ser poco propicio para
capacitar a quienes conducirán el programa. Los capacitadores con que cuentan
esas corporaciones tienen una relación de poder con los soldados regulares, o
con el cuerpo policial, que les dificulta transmitir a los soldados, o a estos
últimos recibir, información sobre la democracia y las elecciones.
Oportunidades de capacitación ordinaria en las
democracias establecidas
Llegará el momento en que el programa de capacitación
general de las fuerzas de seguridad tenga que incluir información sobre
derechos humanos, relaciones cívico-militares, los soldados como ciudadanos, y
la ley internacional sobre el combate y el comportamiento militar. Durante la
posguerra se han introducido programas de ese tipo en varios ejércitos
occidentales, existen materiales disponibles y son regularmente compartidos
entre países.
Aún en estas sociedades, se puede preparar material
especial para las fuerzas armadas. Las sociedades que proveen soldados para el
mantenimiento de la paz donde puede darse la organización de elecciones,
también necesitan programas especiales de educación cívica y electoral.