Un
programa educativo es la disposición planeada y secuencial de actividades
educativas diseñadas para alcanzar un conjunto de resultados educativos
predeterminados y explícitos. El programa puede ser sencillo, al consistir de una
lección de cuarenta minutos en un salón de clase; o puede ser un intento
ligeramente megalómano que busque educar a todas las personas de un país para
que voten y para que comprendan la legislación electoral por la que los
políticos y los jueces han estado peleando por años.
En
el primer caso, el programa escrito puede consistir en un par de páginas de
cuaderno. El segundo, requiere de la coincidencia de una serie de elementos
programáticos en una estrategia coherente y del desarrollo y provisión de los
recursos para alcanzar determinados objetivos educativos.
El Ciclo de diseño
Esta
área temática requiere que los educadores consideren el programa más amplio, y
que de igual forma organicen procedimientos para que los programas más
reducidos puedan diseñarse con el fin de alcanzar objetivos complejos.
Para
lograr esto, los educadores deben:
Revisión del marco teórico para el diseño del programa
Es
posible construir un rango de diferentes programas educativos con el fin de
alcanzar un conjunto de objetivos establecidos. El reto para el educador es
seleccionar el programa que alcance los objetivos en el menor tiempo posible,
con la menor cantidad de recursos, y con la mayor posibilidad de que se lleve a
cabo un aprendizaje efectivo.
Es
posible, por ejemplo, aprender sobre teoría aerodinámica trabajando como
aprendiz en un taller donde se construye un aeroplano experimental, visitando
un túnel de viento, o bien mediante un video que muestre la operación de un
túnel de viento, construyendo un modelo de aeroplano con madera de balsa o leyendo
un libro de texto sobre teoría aerodinámica. Todos son programas educativos
válidos, sin embargo, los educadores tienen que escoger basados en lo que saben
de sus educandos, los recursos disponibles, incluyendo tiempo y dinero, los
objetivos que deben alcanzarse, y el nivel de competencia requerido.
Para
diseñar un programa hay que aplicar el principio de Occam, con el fin de
desarrollar un programa que sea efectivo y eficiente.1 Esto es particularmente cierto para
programas que puedan disponer de recursos estatales. Las expectativas de las
personas poderosas e influyentes pueden generar distracción, tal como lo puede
hacer la creencia errónea en que la apariencia pública del programa es más
importante que su habilidad para fortalecer a los ciudadanos para que se ocupen
de su ambiente social y político.
Todos
los programas suelen incluir actividades que no son esenciales para la
consecución de los objetivos, o que se establecen para alcanzar otros objetivos
distintos, situación que surge como consecuencia de la inexperiencia o de la
falta de un análisis posterior al evento. Estos elementos innecesarios deben
ser desechados del programa.
En
los programas de comunicación directa, dichos componentes no esenciales pueden
incluir ejercicios particulares o comentarios teóricos. En los programas de
educación pública, éstos pueden incluir eventos o anuncios que, dada la
cantidad de energía gastada en ellos, no marcan una diferencia adicional en el
comportamiento o conocimiento de las personas.
Notas:
1 La Navaja de Occam es una técnica de pensamiento que incluye preguntas excluyentes,
por lo general planteadas por los científicos, y reducir a sus elementos
esenciales el número de posibles respuestas. Esta técnica debe su origen al
filósofo Guillermo de Occam (m. 1349), y a lo que solía decir, "las entidades
no deben ser multiplicadas excepto por necesidad."