Es fácil olvidar que los principios casi universalmente aceptados como pilares de la democracia son de muy reciente factura. Sólo en el siglo XX, el concepto de sufragio universal se volvió realidad en la mayoría de los países. En Gran Bretaña fue hasta 1918 que la mayoría de los hombres de más de 21 años obtuvo el derecho al voto, mientras que las mujeres tuvieron que esperar hasta 1928. Apenas en 1949 se suprimieron los requisitos de propiedad. En Suiza, muchas mujeres no accedieron al voto sino hasta 1991.
A pesar de que el concepto sufragio universal es relativamente nuevo, la administración electoral ha existido de una u otra manera por más de 2,500 años. Alguien debió haber sido responsable de contar las manos y de reportar los resultados a las asambleas atenienses. A lo largo de los siglos, se le ha concedido gran importancia al resultado de las elecciones debido a su capacidad para legitimar la actividad gubernamental, mientras que la administración electoral ha recibido poca atención y, en el mejor de los casos, ha dispuesto de poco personal y de magros recursos.
Las elecciones y la administración electoral, junto con otros servicios públicos, se han desarrollado más en los últimos 25 años que en los 250 precedentes. El ritmo de cambio ha ido de la mano con una creciente automatización, la re-emergencia de gobiernos democráticos en muchos países latinoamericanos durante la década de 1980, la caída del Muro de Berlín y la ruptura de la Unión Soviética.
Estos acontecimientos han provocado un resurgimiento del interés de la comunidad internacional en las elecciones democráticas, así como su acelerado y en ocasiones profundo, involucramiento en el otorgamiento de asistencia electoral. Empezando con el compromiso de las Naciones Unidas de administrar y certificar las elecciones de Namibia en 1989 como parte de la descolonización de Sudáfrica, numerosas agencias de ayuda bilateral, organizaciones internacionales, organizaciones no gubernamentales y otras instancias se han convertido en activos participantes en el campo de la asistencia electoral.
Además del creciente interés internacional, el campo de la administración electoral ha experimentado algunos desarrollos notables. Uno de ellos es el creciente consenso sobre la necesidad de contar, como fundamento de la administración electoral, con una autoridad electoral independiente. Esto implica que el organismo se rija por los principios de independencia, imparcialidad y, no menos importante, el de profesionalismo. Sin embargo, no hay un modelo de autoridad electoral que sea universalmente aceptado, pero en todo caso se requiere que el organismo electoral sea capaz de adaptarse a los cambios y circunstancias de su entorno.
Con antelación a las elecciones de 1994 y con el propósito de incrementar y garantizar su nivel de experiencia, independencia e imparcialidad, la Comisión Electoral Independiente de Sudáfrica llegó al extremo de nombrar entre sus integrantes a miembros de la comunidad internacional. En el Reino Unido se designó una comisión para analizar fórmulas alternativas de elegir a los miembros del Parlamento. Muchos esperan que esta comisión pueda ser la base para conformar un organismo electoral permanente con atribuciones para regular y administrar las elecciones de una forma que no se ha hecho en el pasado.
A partir de 1990 se han incorporado importantes mejoras en la calidad de la administración electoral. Hoy existen ejemplos de elecciones bien administradas que reconocen la necesidad de un enfoque profesional y con vocación de servicio. Entre los ejemplos notables se encuentran las leyes electorales de Camboya y Bosnia-Herzegovina, que ilustran como el trabajo iniciado en Namibia se ha desarrollado.
El caso de México es ilustrativo de los avances en materia de profesionalización, ahí la autoridad electoral estableció un servicio profesional con un riguroso programa de capacitación. En los Estados Unidos, donde el proceso electoral se encuentra probablemente más desarrollado que en cualquier otro país, organizaciones como la IACREOT (Asociación Internacional de Empleados Registradores, Oficiales Electorales y Tesoreros, por sus siglas en inglés) y el Centro de Elecciones (Election Centre) están comprometidos a la capacitación profesional del personal que trabaja en este campo. En el Reino Unido, la Asociación de Administradores Electorales ha diseñado un examen para todos los empleados en este campo.
Alguna vez la administración electoral fue un área que recibió poca atención a nivel local, nacional e internacional. Esa situación ha cambiado y seguirá cambiando en la medida en que siga demostrando la importancia de la democracia.