¿Es necesaria la educación electoral?
Las elecciones son disputadas por
los partidos políticos, y en algunos países por candidatos respaldados por
organizaciones públicas o por grupos de votantes. Son administradas por las autoridades
electorales.
¿Bajo qué circunstancias y con
qué derecho se involucran los educadores en este proceso aparentemente simple? Después
de todo, es un proceso que emprenden adultos que, presumiblemente, están
seguros de lo que quieren, y tienen la sofisticación necesaria para sobrevivir en
el contexto sociopolítico en el cual se llevan a cabo las elecciones.
Sin embargo, un argumento simple
y obvio es el de diseminar información al público sobre la forma como se conducirán
las elecciones. Aún en democracias establecidas con una tradición de elecciones
periódicas, los votantes requieren de información.
Quienes votan por primera vez,
los ancianos, los analfabetas y las personas con necesidades especiales estén entre
los grupos prioritarios a recibir educación. Cambios en el uso de tecnología electoral,
como por ejemplo, la introducción de las pantallas táctiles, o en los procedimientos
electorales, como el voto por correo, necesitan un esfuerzo generalizado de educación
electoral. Un aumento en el número de candidatos o partidos políticos que se presentan
en una elección, así como un incremento en el número de iniciativas públicas sobre
las cuales se pide a los votantes que tomen una decisión, pueden complicar el diseño
de la papeleta de votación.
La confusión
de la "papeleta mariposa" que se utilizó en Palm Springs, Florida, durante
las elecciones de 2000 muestra la necesidad de llevar a cabo una educación electoral
adecuada, incluso en las que podrían considerarse circunstancias idóneas.
La necesidad
de educación electoral es aún mayor en entornos de transición y de post-conflicto
que están pasando por procesos de cambios sistémicos, legales y de procedimiento
radicales y donde el derecho al voto puede ser más extenso.
Pero cuál es el mandato para una
educación más extensiva que recalque la importancia de las elecciones, no sólo en
época electoral sino como una iniciativa duradera. Eso es más difícil de
responder.
Hay personas que argumentan que
la educación electoral puede importunar y ser objeto de abuso, de manera que
debiera ser excluida por completo del proceso electoral.
Un creciente compromiso hacia la
educación al votante
El creciente mandato para la educación
electoral es consecuencia de gran variedad de fuentes. Los principios internacionales
que están surgiendo apoyan la diseminación de la democracia y la extensión del sufragio
universal a todas las personas. Las elecciones, por supuesto, son parte integral
de este movimiento. De manera que, en este contexto, la educación al votante asegura
que los ciudadanos comprendan sus derechos electorales y sean capaces de ejercitarlos.
Sumado a lo anterior, los mandatos
legislativos establecen funciones claras para las autoridades electorales. Hay una
creciente tendencia a creer que las autoridades electorales deberían proveer no
sólo información pública sino también educación para asistir a los votantes a ejercitar
su responsabilidad cívica al votar.
El mandato define las directrices
de la educación electoral
Establecer un mandato permite que
los educadores se centren en los objetivos apropiados para las sociedades particulares
y los procesos electorales en los cuales están operando.
En algunos casos, el mandato para
la educación electoral puede ser establecido a través de una legislación o por orden
ejecutiva. Por lo general, los mandatos legislativos son conferidos a las autoridades
electorales o entidades que reciben fondos públicos para la realización de la educación
electoral. El mandato de la Comisión Electoral Central de la Federación de Rusia
para participar en una amplia actividad de educación electoral y de formación, por
ejemplo, fue concedido por una orden ejecutiva que ligó tales actividades con la
instrumentación y cumplimiento de la legislación de derechos de voto aprobada en
1994.
Con respecto a las organizaciones
de la sociedad civil, el mandato de llevar a cabo actividades de educación electoral
es, por lo general, establecido a través de sus documentos de incorporación, estatutos
y declaraciones de misión. La declaración de misión, en particular, articula las
necesidades que la organización ha sido creada para atender, identifica la clientela
a servir, y explica brevemente la forma en que la organización va a hacerlo.
Una institución pública u organización
de la sociedad civil puede tener un mandato amplio o limitado. Puede limitarse a
la sola realización de actividades de educación electoral, o llevarlas a cabo como
parte de un mandato más amplio en educación cívica o de promoción pública.
Cuando se crea un mandato, ya sea
como resultado de una legislación, orden ejecutiva, o por la aprobación de una declaración
de misión, es necesario asegurar el conocimiento del público y su apoyo, así como
de establecer la legitimidad de una educación electoral. La adopción de tales medidas
aumenta las perspectivas de éxito de los esfuerzos de educación electoral.
Lo cierto es que una elección suscita
una multitud de asuntos sobre quiénes pueden estar interesados en obtener educación
y más información. Los educadores, por lo general, usan las elecciones como plataforma
para ampliar la comprensión de las personas frente a temas sociales, económicos
y políticos generales. Pueden incluso utilizar esta oportunidad para intentar mejorar
las habilidades organizacionales de las personas. Todos estos son aspectos importantes
de la educación para una democracia funcional.
No obstante, los educadores deben
enfocarse. Necesitan operar en un ambiente claramente definido. El desarrollo de
mandatos tanto generales como específicos, por lo tanto, es fundamental para definir
el enfoque.