Cada persona presenta distintas necesidades educativas. Aunque
existan algunas necesidades comunes a todos los votantes potenciales,
probablemente éstas se expresarán de forma diferentes según los individuos o
grupos.
¿Quién se beneficia de un programa educativo?
La valoración de las necesidades tiene que considerar a
los receptores o beneficiarios de un esfuerzo educativo. Hay varias palabras
que pueden utilizarse para describir a estos receptores. Cada una de estas
palabras tiene sus ventajas y desventajas, y los educadores al trabajar
conjuntamente pueden confundirse innecesariamente al diferenciar la
terminología.
Los comunicadores comúnmente hablarán de "el
público", o "públicos", al referirse a un subconjunto de
personas con características comunes muy particulares. Los anunciantes pueden
hablar de una "audiencia", como por ejemplo una "audiencia
joven". Aquellos encargados de conducir las campañas o con un mensaje
informativo público particular pueden considerar un "grupo de
enfoque" o "audiencia de enfoque" a las mujeres que están fuera
del colegio pero que son menores de 20 años. Y los activistas o algunos
educadores pueden decir que con quienes trabajan se constituyen en
"electorados".
Cada una de estas palabras está siendo utilizada para
indicar la importancia de definir cuidadosamente y de segmentar de la manera
más realista posible, el grupo particular de individuos con los que el educador
planea trabajar. Aún si el mandato para la educación electoral es universal y
dirigida al electorado en general (ver Grupos
de alto impacto), cada programa tendrá que tener en cuenta los diferentes
métodos y mensajes dependiendo de los diferentes segmentos de la población. Algunos
grupos pueden estar marginados, mientras que otros tienen necesidades
especiales respecto del proceso de votación (ver Electores
marginados y grupos con necesidades especiales). Más allá de esas
necesidades específicas, también habrá que considerar que cada grupo aprende de
manera distinta.
Restricciones
a la segmentación
Existen restricciones a las opciones que tienen los
educadores. Algunas de éstas están ligadas a la información y los recursos. No
siempre se puede conocer y predecir todo acerca de los individuos o grupos de
individuos, y aumentar el número de personas siempre lleva a la simplificación.
Las consideraciones políticas, constitucionales y
legislativas introducen otro tipo de limitaciones. El educador electoral podría
verse obligado por la ley o un imperativo político a prestar atención a
audiencias o electorados particulares. Pueden existir consideraciones
logísticas. Los recursos disponibles y necesarios para alcanzar a grupos
nómadas o de exiliados, por ejemplo, pueden simplemente no estar disponibles
sin importar cuán relevante pueda considerarse este grupo. O el programa de
educación al votante tendrá que ser generalizado —a través de la selección del
lenguaje, medios y metodología— y por ende podría excluir algún segmento
particular de la sociedad. Una selección cuidadosa de éstos puede ayudar, y
pueden haber imperativos legislativos que pesen más que las restricciones
logísticas.
Sumado a esto encontraremos que los educadores tienen
ciertos "valores" que hay que hacer explícitos al evaluar cuáles
electorados se convertirán en objetivos y hasta qué punto. Los educadores
pueden sentir que, siendo justos, la gente pobre requerirá mayor atención que
aquellos que tienen dinero, aun cuando éstos también requieran educación. O podrían
considerar que la participación femenina es más importante que la de los
hombres.
En muchas de estas opciones, puede que sea posible
establecer un programa educativo que no discrimine, sino que se construya sobre
la base de las fortalezas de educadores particulares que trabajen con
electorados particulares. Existen "grupos de alto impacto" que los
educadores deberían alcanzar dado el "efecto onda" que puede
conseguirse al concentrarse en dichos grupos. Y finalmente, aquellos educadores
que están comprometidos con la expansión y profundización de la democracia probablemente
querrán prestar especial atención a los "marginados" o "grupos
especiales" que requieren de cuidado y atención particular a la hora de
determinar sus necesidades educativas; para estos últimos se deberán
desarrollar programas especiales (que usualmente son más costosos).
El
votante individual
Estos términos —grupo de enfoque, audiencia, electorado—
son todos, conceptos genéricos. Ellos integran a los individuos en categorías
manejables. Los educadores prefieren no etiquetar a las personas sino
considerarlas como estudiantes, pupilos, participantes o principiantes. Los
educadores electorales desarrollarán planes y currículos. Son ellos los que
contemplan su tarea en términos de campañas, información pública y lecciones.
Habrá momentos en los cuales se verán obligados a usar la terminología genérica.
Sin embargo, los buenos educadores siempre tendrán en cuenta al aprendiz
individual como base de cualquier planeación.