Existen distintas situaciones en las cuales una elección
es conducida en ausencia de organizaciones encargadas de las tareas de
educación electoral. Como resultado, puede ser necesario establecer, ya sea
dentro de la autoridad electoral, o paralela a ella, una organización que tenga
el propósito específico de conducir programas educativos para la elección.
Dicha organización puede tener un corto periodo de vida y, como muchas
organizaciones electorales específicas, puede establecerse para una sola
elección. Ciertamente, muchas autoridades electorales operan manteniendo una
pequeña oficina central y expandiéndose sólo en la medida que se requiere.
También existe la posibilidad de que la autoridad electoral sea un órgano
temporal compuesto por personal transferido por cortos plazos desde otros
organismos afines, que se disolverá una vez que los resultados de las
elecciones se anuncien y que sean certificados los ganadores.
Al mismo tiempo, existen muchos programas educativos
electorales, precisamente porque las autoridades electorales o las ONGs tienen
el mandato, ya sea legal o derivado de la adopción de alguna declaración o
misión específica, de desarrollar actividades de educación electoral y cívica
entre elecciones. En aquellos lugares donde las elecciones se han
institucionalizado, y donde las organizaciones de la sociedad civil se han
convertido en instituciones mediadoras en la arena política, tal como lo hacen
los partidos políticos, es posible conducir un programa de educación al votante
de manera permanente. Sin embargo, habrá situaciones en que habrá que crear
organizaciones para una sola campaña y el esfuerzo organizacional necesario
para hacerlo no debe subestimarse.
Formas
de organización
El tipo y la magnitud del esfuerzo variarán dependiendo
de la forma organizacional que se adopte. Esta forma, inevitablemente, será
escogida en parte por condiciones objetivas (el contexto, los recursos
disponibles y el propósito del programa) y en parte por experiencias subjetivas
(los antecedentes de los individuos involucrados, su experiencia
organizacional, los consejos que puedan recibir, etc.).
En un mundo perfecto, la forma organizacional podría
escogerse sólo de acuerdo a las condiciones objetivas, y sería diseñada
específica y eficientemente para hacer frente a esas condiciones. Sin embargo,
es mucho más factible que sea el resultado de la exposición de las personas a
formas similares en otros países y a su propia historia de organización. Si
fuera de otra manera, habría menos necesidad del manejo organizacional, así
como de menos especialistas en organización, desarrollo o administración.
Es posible listar algunas de las formas como se han
organizado las personas y sugerir algunas de las consecuencias de dichas formas
de organización:
- Compañías y
organizaciones para la educación al votante
La facilidad con que puedan establecerse dependerá de la
cultura política y legal de cada país. Se pueden instituir para obtener
contratos de una autoridad electoral, o para llenar un vacío en el mercado en
cuanto a eventos o materiales de capacitación. En algunos casos, puede que la
ayuda económica internacional para la educación electoral estimule la creación
de organizaciones que se presenten explícitamente como dedicadas al desarrollo
de actividades para la educación electoral. Todas estas organizaciones tendrán,
inevitablemente, que lidiar con las dificultades normales del establecimiento,
desde la creación de juntas directivas, el registro, la convocatoria y el
empleo de personal, y encontrar un local para sus oficinas, hasta el
establecimiento de un nicho en el mercado. Si se forman de la noche a la
mañana, puede que al principio existan tengan muchas más intenciones que
capacidades. No obstante si tienen un buen respaldo financiero pueden ponerse
al tanto rápidamente contratando expertos.
La principal dificultad que enfrentan estas
organizaciones es el estrecho rango de actividades que ellos mismos se plantean
y la dificultad que tienen para mantenerlas entre las elecciones, y la
subsistencia de su organización a la larga. Una elección que se realiza por
primera vez puede proporcionar un mercado dispuesto y fondos abundantes. Pero
en una segunda y tercera elección puede que la responsabilidad de la educación
electoral se transfiera a la autoridad electoral, o que las necesidades
educativas cambien o se reduzcan, aunque siempre habrá necesidad de alguna
clase de información y educación electoral en distintos grados.
La necesidad de poder entregar un programa nacional
rápidamente hace que la expansión y disminución entre elecciones sea un reto
mayor que requiera una organización con un núcleo profesional y un gran grupo
de voluntarios. Un modelo alternativo puede ser el de una organización que
tenga un propósito educativo más amplio capaz de sostenerla. Esto usualmente
permite establecer una unidad especializada para educación electoral en tiempos
de elecciones llegando incluso a transformarla en toda una empresa para la
ocasión.
- Organizaciones trabajando
en conjunto
Es
poco probable que una sola organización pueda manejar todas las tareas
educativas que necesitan llevarse a cabo durante una campaña de educación
electoral. Por su parte, las autoridades electorales querrán desarrollar la
capacidad de la sociedad civil con el fin de incrementar el alcance de su
programa y también para mejorar la atmósfera democrática general en la cual se
organizan las elecciones.
Dentro
de la sociedad civil pueden haber organizaciones, grandes y pequeñas,
determinadas a proporcionar educación electoral. Las organizaciones más grandes
pueden organizar sus propios programas de educación, y probablemente tienen la
capacidad de interactuar directamente con las autoridades electorales. A través
de esta interacción, pueden asegurarse de que sus actividades complementan las
del programa oficial. Sin embargo, pueden haber muchas organizaciones más
pequeñas, que, por una razón u otra, necesitan trabajar juntas de una forma más
organizada para maximizar sus recursos y cobertura. Hay una serie de razones
para trabajar juntas. Se puede:
- lograr
economías de recursos,
- superar los prejuicios de uno u más de
los candidatos o de las autoridades estatutarias,
- utilizar una variedad de habilidades
necesarias de diferentes organizaciones.
En
cualquiera de estos casos, hay dos opciones organizacionales abiertas para
quienes no quieren operar a través de una relación con una entidad única y de
subcontratación.
- Consorcios
La primera opción para el trabajo en conjunto es la más
fuerte: el desarrollo de un consorcio de organizaciones, en el que un grupo
exclusivo desarrolla protocolos organizacionales y una identidad común para
efectos del programa.
Estilo organizacional: normalmente los consorcios establecen
principios internos organizacionales y herramientas de gestión que les permiten
compartir recursos y manejar la administración interna y las relaciones
exteriores, incluidos los contratistas. Se puede considerar que el consorcio
tiene una vida útil más allá de un simple programa, o bien que el consorcio se
ha establecido de acuerdo a un conjunto de objetivos del programa.
Influencia exterior: en muchos casos, los consorcios se forman
debido a influencias externas, tales como una solicitud de ofertas competitivas
(anuncio de licitación) o el anuncio de un donante para un posible
financiamiento. La perspectiva del financiamiento o del programa puede ser
utilizado por autoridades electorales u organismos donantes para fomentar la
creación de consorcios en situaciones en las que parece evidente que esta forma
de organización es la más adecuada. Puede ser, por ejemplo, que en una región o
área local, haya habido competencia entre organizaciones que esté dando lugar a
confusión entre los electores. O puede haber una cantidad limitada de dinero
disponible para un programa, y el donante quiere estimular el desarrollo de la
sociedad civil.
Desventajas: por lo general, tardan mucho tiempo en
establecerse, y, cuando su creación es apresurada, es probable que tengan
dilemas organizacionales que lleve tiempo y energía resolver. Puede haber
conflicto entre los socios, a menos que los protocolos y acuerdos de trabajo
sean cuidadosamente elaborados y que las organizaciones aporten habilidades
diferentes al conjunto. Estos mismos conflictos pueden surgir si las
organizaciones se adhieren al consorcio por un sentimiento de pánico o como
forma de supervivencia, más que por un razonamiento estratégico de que el
consorcio puede aumentar su eficacia. Esta desventaja en particular puede ser
un problema en situaciones de transición donde hay un aumento notable de
organizaciones de la sociedad civil seguido de competencia por recursos
aparentemente limitados.
- Coaliciones
Las
coaliciones son la segunda opción y tienden a ser más grandes y más amorfas. En
principio, tienen un conjunto claro de objetivos, pero estos pueden ser
sociales en lugar de programáticos. Las organizaciones de la coalición tienden
a retener una autonomía considerable y pueden considerar a la coalición sólo
como una oportunidad para compartir conocimiento e información y para coordinar
actividades separadas.
Cuestiones organizacionales: debido a la naturaleza
social de este tipo organizaciones, es probable que haya un protocolo firme
sobre el manejo de declaraciones públicas y la negociación con organismos
externos. Es también probable que haya un secretariado que convoque a reuniones
periódicas de todos los miembros o de diversos subgrupos de los miembros. Por
estas razones, es posible desarrollar una fuerte relación entre las autoridades
electorales y estas coaliciones en lo que se refiere al intercambio de
información, pero es mucho más difícil de desarrollar una colaboración
detallada entre los programas. De hecho, es probable que esa colaboración
detallada entre programas se haga entre organizaciones individuales o
subconjuntos de la coalición.
Ventajas: debido a sus objetivos
sociales, las coaliciones pueden ofrecer actividades de la sociedad civil o
independientes muy útiles en apoyo a la elección. Las autoridades electorales y
los educadores electorales pueden explotar estas características. Las
coaliciones pueden proporcionar una supervisión independiente, distribución de
materiales y de mensajes a redes muy grandes de seguidores y miembros,
reclutamiento de voluntarios para distintas tareas electorales, e
identificación de competencias y recursos. Pueden también ofrecer una especie
de caja de resonancia para el desarrollo de mensajes y programas, y pueden así
proporcionar una alerta temprana de conflictos o quejas generalizadas de los
electores.