Seleccionar
y delimitar los objetivos es una de las tareas más difíciles para los
educadores, e incidentalmente también, para aquellos que desarrollan
intervenciones sociales y propuestas programáticas (ver Presupuestos y
financiamiento para programas de educación electoral).
Como
resultado, hay incluso una escuela de pensamiento que considera que establecer
el objetivo es un ejercicio arrogante y preferiblemente debe dejársele a los
educandos. Sin embargo, los educandos adultos que establecen un diálogo con el
educador deben comprender las intenciones del educador y de sus propias
expectativas. La declaración explícita de metas u objetivos, permite lograr
esto.1
En
ocasiones, es posible construir los objetivos conjuntamente durante eventos de
aprendizaje con grupos pequeños. Pero, los programas de educación nacional no
tienen esta oportunidad, por lo que los educadores deben, entonces, establecer
los objetivos por sí mismos, basados en su comprensión de las necesidades
educativas del electorado de enfoque.
Destacar las afirmaciones objetivas
Cuando
los educadores escriben los objetivos deben tener presentes los criterios
necesarios para que éstos sean útiles para el ejercicio de planeación y
educación. Existen diversos acrónimos que se utilizan para este proceso.
Marie-Louise Strom de IDASA en Sudáfrica ha desarrollado un acrónimo
particularmente útil: WARM (Cálido). Los objetivos WARM, o en español CÁLIDOS,
son aquellos que: valen la pena, están orientados a la acción, son reales, y se
pueden medir. (la palabra WARM resulta de la unión de las primeras letras en
inglés de cada una de las palabras que caracterizan a estos objetivos:
Worthwhile, Action-oriented, Realistic, y Measurable.) Son igualmente "cálidos",
o apasionados, puesto que la educación a los adultos pretende hacer posible que
los ciudadanos ejerzan su poder mediante la participación en los procesos
democráticos.
Que valgan la pena
Los
objetivos educativos deben ser significativos para el educando. Deben estar
basados en las necesidades educativas relevantes y en las oportunidades
importantes de la vida. Los individuos que enmarcan los objetivos tienen que
recordar que, lo significativo o trascendente está basado en lo que los
potenciales educandos consideran importante más que en lo que el educador
considera relevante. Cuando es posible involucrar al electorado de enfoque, o a
partes que lo componen (ver Desarrollo del mensaje), puede establecerse un diálogo sobre lo
que es significativo.
La
expresión "que valgan la pena" sugiere que cualquiera que sea su
significado, su valor debe ser claro para todos desde el comienzo.
Orientados hacia la acción
Los
objetivos tienen que ser concebidos en términos de cambios en el
comportamiento, el conocimiento, o las actitudes. Aún los objetivos cognoscitivos
deben ser diseñados para describir una actividad después de la intervención
educativa, en vez del proceso durante el evento. El propósito de todos los
objetivos, ya sean educativos o programáticos, es describir un conjunto de
productos o resultados predecibles y probables, obtenidos a raíz de los
procesos e insumos empleados durante la intervención.
Aún
cuando se tendría que especificar cuáles son esos procesos e insumos, éstos no
son objetivos.
Realistas
Los
objetivos deben ir de acuerdo con las limitaciones impuestas por el tiempo, la
metodología, y otros recursos disponibles. Lograr que los objetivos sean
realizables requiere de una serie de iteraciones. Frecuentemente, los
educadores establecen objetivos trascendentes y orientados hacia la acción sólo
para descubrir que éstos no pueden alcanzarse en el tiempo disponible, o que
las estrategias educativas existentes no son lo suficientemente adecuadas o
flexibles para alcanzar estos objetivos.
El
realismo va de la mano con la evaluación puesto que hace que los educadores
sean honestos. No es suficiente establecer unos objetivos y después decir que
se hubieran alcanzado si hubiera habido un poco más de tiempo, o si el educador
de campo hubiera estado mejor capacitado, o los educandos hubieran sido más receptivos.
Dichas limitaciones usualmente no pueden cambiarse, así que el equipo encargado
de la planeación debe enfrentarlos durante la etapa de planeación.
Que se puedan medir
El
logro de objetivos debe poder medirse. La forma como se miden los resultados
requiere una serie de indicadores que bien pueden desarrollarse al mismo tiempo
que los objetivos. No obstante, esto resulta imposible si no se conciben los
objetivos de manera que puedan medirse, a fin de evaluar el aprendizaje y el
impacto educativo.
Mientras
quienes planean el programa están más preocupados por la evaluación general del
impacto educativo, los educandos requieren de una evaluación menos rígida, pero
igualmente urgente. Ellos desearán saber si pueden confiar en lo que están
aprendiendo y utilizarlo en su vida diaria o si simplemente es mejor que
busquen otras experiencias educativas.
Así,
resulta absolutamente esencial el establecimiento de los objetivos como el
primer paso para determinar el programa educativo. Esta etapa del proceso de planeación
suele ser la más intensa, y en algunos casos, la más frustrante. Si se lleva a
cabo de la manera correcta, nos brinda certeza y dirección, posicionando el
programa educativo en un buen punto. Fallar en esta etapa, o ignorarla,
esperando que el proceso esclarezca los puntos finales es la receta perfecta
para caer en la confusión y gastar tiempo que más adelante puede ser necesario
en el programa.
Notas:
1 Debido a la necesidad de explicar una
taxonomía de objetivos —cada uno de los cuales conduce a otro conjunto, y todos
requieren mayor definición— los educadores y planificadores han desarrollado,
en distintos momentos y lugares, sus propias categorías de las distintas
palabras disponibles en inglés. Con el tiempo, se ha llegado a un cierto enfoque
común, pero todavía hay diferencias, y es importante que los involucrados en la
planeación puedan darse cuenta de que están creando estas taxonomías para su
propia conveniencia. En los países donde el inglés no es la primera lengua, la
formación de educadores puede verse obstaculizada por la confusión y el abierto
conflicto sobre si algo es un fin, un
propósito, un objetivo, una meta o un resultado. Cuál es el término más amplio y cuál el más
pequeño y conciso, es una cuestión de costumbre, convención y decisión local.