Esta área temática trata sobre la información a los votantes, la educación
electoral y el concepto asociado de educación cívica. En muchos casos, la educación
electoral es un componente curricular de la educación cívica. La existencia de un
programa continuo de educación cívica puede servir para sentar las bases para iniciativas
de educación electoral, así como para mejorar su impacto.
La educación cívica, sin embargo, puede definirse ampliamente fuera del
ámbito de la política electoral y del oficial de la administración electoral. Es
posible que una persona responsable de la educación electoral pueda también participar
en una campaña más amplia de educación cívica. De hecho, es factible sugerir
que la educación electoral es una amalgama de información a los votantes con ciertos
aspectos, relativos a las elecciones, de un programa de educación cívica.
La educación cívica se desenvuelve en el ámbito informal de la educación
para adultos, aunque algunos de sus aspectos son tratados formalmente en las
escuelas. Esta sección considera enfoques alternativos y terminología y algunos
de los mensajes estándar de educación cívica que se consideran importantes.
La constante incertidumbre
Hay dos formas en que se aborda la educación cívica. Una es considerar que
todo cae en el terreno de la educación cívica, por lo que se establece como el principio
integral y sine qua non de todos los esfuerzos
educativos. La otra es limitarla a un punto aislado del resto de los procesos de
aprendizaje de la vida. Ambos están siendo probados en la práctica, además de ampliamente
considerados en la teoría. Ninguno es particularmente útil. El próximo desafío para
los educadores y activistas de la democracia es obtener el equilibrio debido para
que los ciudadanos no sólo se sientan, sino que estén facultados para participar
en la fundación, construcción y conservación de la democracia en la forma apropiada
a su respectivo contexto.
Terminología
Los profesionales en educación cívica han escogido una serie de términos
para describir su labor. Eligen nombres para el enfoque educativo que en su opinión
transmiten más adecuadamente los objetivos de tal educación. Cada uno de estos nombres,
o términos, tienen sus propios dilemas y suposiciones operativas. Sin embargo, un
análisis del concepto de educación cívica, tomando en consideración tales términos,
da una idea de los asuntos que preocupan a los educadores cívicos.
Educación para la democracia
Los programas
que se definen como de educación para la democracia tratan sobre la preparación de las personas
bajo el supuesto de que ésta primero tiene que ser establecida y que luego debe
ser conservada. El contenido de tal programa educativo incluye el desarrollo de
aptitudes y el entendimiento necesarios para este establecimiento y conservación.
Los educadores pueden conducir programas de educación para la democracia
en sociedades que no son democráticas y ver esto como una intervención social para
asegurar que lleguen a serlo. La definición de la democracia, por lo tanto, resulta
muy importante tanto para la determinación de lo que debe ser enseñado como para
el programa educativo mismo. Tal definición puede ser clásica: pero puede también
ser una más radical en la que se incluyan aspectos de democracia industrial, derechos
de consumidores y justicia social.
Educación de la ciudadanía
En cuanto la sociedad haya dispuesto un código legal por el cual se establezca
la ciudadanía, los educadores pueden considerar la necesidad de las personas de
educación que les permita convertirse en un ciudadano ideal. En dicho programa
educativo, serían resaltados los derechos, funciones y responsabilidades de la ciudadanía,
y podría ser vinculado al proceso de naturalización de los inmigrantes. Como tal,
es probable que surja un debate serio sobre la situación jurídica de los ciudadanos
y de la manera en que se definen su identidad y relación con el estado. Si bien
el enfoque general puede ser de asimilación, también puede haber programas que consideren
asuntos tales como los expresados en el párrafo siguiente, que son conservados por
separado sólo para los efectos de esta discusión.
Educación para la ciudadanía
La ciudadanía se puede definir no solamente en términos legales, sino también
de acuerdo a la manera en que se ejerce la responsabilidad que implica respecto
de otras personas y del estado, o donde éste último no existe, en la construcción
de vida comunal. La educación en apoyo a la ciudadanía, expresada como un conjunto
de relaciones y responsabilidades que incumben a cada persona y la capacidad de
respuesta del estado hacia esta persona y los miembros de su comunidad, tendrá
que considerar las aptitudes de la ciudadanía activa. Cuando se llevan a la
práctica tales aptitudes, la persona se convierte en un ciudadano. Antes de eso,
son sólo un lema.
Las aptitudes a que se hace referencia pueden incluir las necesarias para
participar en una elección, para tomar decisiones comunales, o para participar en
el debate público. Es probable que incluyan las aptitudes necesarias para garantizar
un estado receptivo o para participar en su construcción. Estas competencias pueden
incluir actividades de promoción, organización y para impulsar políticas públicas.
Los programas de educación que se ocupan de la ciudadanía se basan en el supuesto
de que la ciudadanía es posible. En otras palabras, es más probable que tenga lugar
en las sociedades en que el concepto del ciudadano se ha establecido y donde la
práctica de la ciudadanía es posible. Estas sociedades tienen explícita o implícitamente
las disposiciones constitucionales que reconocen a los individuos y sus contribuciones
a la gobernabilidad, así como su relación como un actor independiente dentro del
país y en relación con el estado.
Educación política
Aquellos que consideren importante la dirección de la vida pública en la
polis (ciudad-estado) podrían describir
su labor como educación política. Donde existe la política, las personas tienen
que adquirir la capacidad de leer y entender la vida política en torno a ellos,
y necesitan aprender los modos en que pueden participar en la vida política.
El análisis social, la investigación del discurso y la comunicación públicos,
el entendimiento de las maneras en que interactúan los sistemas políticos y sociales,
y la manera en que se negocia y divide el poder, será todo parte de tal programa
educativo.
Formación para el liderazgo
Una última forma de educación cívica se puede describir como la formación
para el liderazgo. Esta formación presupone que el liderazgo puede y debe ser aprendido,
y luego ejercido por los seres humanos. Este programa considerará una amplia gama
de aptitudes y relaciones de liderazgo. Es probable que también se consideren aspectos
del poder personal y político, con un enfoque ético e impulsado por valores. Hay
dos tendencias en la educación para el liderazgo. Aunque ambas tienen temas en común,
e históricamente parecen haber sido impulsadas por motivaciones similares, se manifiestan
en sociedades diferentes o en diferentes estratos dentro de cada sociedad.
El ejercicio responsable
del poder
Muchas iglesias, clubes, clubes juveniles (el movimiento de los Scouts es
un ejemplo), y sociedades filantrópicas, como el Club Rotario, dan cursos de formación
para el liderazgo como parte de su marco organizativo que se concentran en el desarrollo
de aptitudes, ética, virtudes sociales, etcétera.
Alcanzando el liderazgo
Las organizaciones con menos acceso al poder en la sociedad tienden a utilizar
programas de formación para el liderazgo con una metodología centrada en la experiencia,
y, tal vez no sorprenda, llevado a cabo para quienes se niega el liderazgo en la
sociedad.
En el centro de la discusión sobre la terminología adecuada está el debate
sobre el propósito de tal educación. ¿Es solamente para inculcar comportamientos
y aptitudes que ajusten a una persona en una determinada sociedad, o tiene un papel
vital en equipar a las personas para actuar sobre su entorno y cambiarlo? La práctica
varía ampliamente. Afortunadamente, en las sociedades que no están asoladas por
la guerra, el flujo fácil de información y el consenso internacional en favor de
la democracia ha significado que la mayoría de las personas tienen la oportunidad
que fue denegada a muchos de sus antepasados. Pueden convertirse en los gobernantes
de su propio destino, si es que tienen la voluntad, las aptitudes y una cierta medida
de libertad de la carencia y del miedo.
Mensajes estándar de
educación cívica
Aquí hay por lo menos cinco mensajes estándar (o temas) que
deben ser cubiertos en un programa de educación cívica.
- el
significado de democracia
-
el papel, la responsabilidad y los derechos de los ciudadanos
- buena gobernabilidad
- principios
y procedimientos democráticos
- instituciones
y leyes democráticas
Antecedentes
El propósito de la educación cívica es alentar a los ciudadanos a participar
plenamente en la vida política de una comunidad y de un país que estén comprometidos
con los valores y los principios fundamentales de la democracia. Teniendo esto como
un objetivo de trabajo, los responsables de la planificación y realización de programas
de educación cívica los han producido con una gran variedad de materias en sus programas
de estudio.
A nivel escolar, instituciones en Australia y los Estados Unidos de América
han establecido normas o puntos de referencia que establecen precisamente lo que
se debe cubrir en un programa educativo. Tal precisión no parece estar disponible
de manera similar en otros países, ni está disponible para las intervenciones informales
con adultos. Sin embargo, si se realiza la educación cívica sólo en las
escuelas, existe la posibilidad de que se le reduzca al mismo nivel de otras
materias que se convierten en irrelevantes, ya sea al terminar la escuela o incluso
durante el periodo escolar a causa de la escasez de oportunidades para que los niños
participen en la vida política.
Existe un cierto consenso sobre los tipos de mensajes que deben ser
transformados en las declaraciones teóricas que formen la columna vertebral de un
modelo de plan de estudios de educación cívica para adultos. Estos mensajes se complementarán
con material adicional que considere a fondo la historia de cada sociedad y la manera
en que trata los conceptos de consentimiento contingente y de incertidumbre delimitada,
y las normas y prácticas de su democracia particular. Estos mensajes estándares
giran en torno a los siguientes temas:
El significado de democracia
— definiciones, tipos, y retos
Como un ejemplo de lo que los educadores podrían preparar para guiar a los
educandos en su discusión de esta materia y para ser puestos a disposición como
materiales educativos, se ha incluido un documento que trata de la definición de
democracia. El mismo documento también sugiere maneras en que se puede
utilizar el tema durante eventos educativos y ser transmitido a grupos de alumnos.
El papel, las responsabilidades
y los derechos de los ciudadanos
Vea Educación electoral básica para la discusión de este tema y de la importancia de abordar
tanto los derechos como las responsabilidades. Los ciudadanos individuales tienen
limitado poder frente al estado, a menos que tal estado respete y proteja los derechos
de ese ciudadano. Sin esta protección, es difícil hablar de responsabilidades. Aunque,
es probable que la responsabilidad de la persona sea forzar al estado a reconocer
los derechos humanos y la democracia.
Buena gobernabilidad
El ciudadano tiene mayor poder en la medida en que entienda cómo funciona
el gobierno y tenga criterios para juzgar su desempeño. Gradualmente, el gobierno
tiende a ser entendido como un proceso en el que el estado, los funcionarios electos
y las personas actúan concertadamente para regir de una forma colaborativa, a
lo que se denomina gobernabilidad. La buena gobernabilidad no sólo exige la participación
de los ciudadanos, educa a los ciudadanos sobre la democracia y la participación.
Pero la buena gobernabilidad debe cumplir ciertos criterios, tales como
transparencia, legitimidad, responsabilidad, capacidad de respuesta y eficacia.
Esto puede tener de ser hecho bajo condiciones donde la participación puede obligar
a escoger entre eficiencia y democracia. Estos son algunos de los conceptos más
importantes y difíciles a considerar en un programa de educación cívica.
Los principios y los
procedimientos democráticos
La democracia tiene valores. Pero aún más importante es que trata sobre
determinadas prácticas, ritos, procedimientos, etcétera, que derivan en dar opciones
a los ciudadanos, garantizando un gobierno representativo, y una oportunidad para
juzgar la eficacia de ese gobierno con regularidad.
Los valores o principios se expresan en la acción. De tal manera que los
ciudadanos querrán entender los principios, que pueden ser universales, y la manera
en que las distintas sociedades se han constituido para asegurar que estos principios
sean expresados. Además, estudiarán la manera en que las prácticas de su propio
país mejoran o impiden los principios democráticos.
La ventaja de separar estos dos aspectos es que no se favorece la importación
de prácticas ya establecidas en otro país como condiciones sine qua non de la democracia sin comprobar si efectivamente podrían
serlo, o si es que esos principios pueden manifestarse de formas culturalmente más
apropiadas.
Las instituciones y
las leyes democráticas
Cada país tiene su propio conjunto de instituciones democráticas y leyes,
por nuevas que sean. Estas tienen que ser reconocidas y entendidas si es que se
espera que la ciudadanía haga uso de ellas, ayude a perfeccionarlas o modificarlas,
y las cambie o derogue.
Los educadores tienen que hallar maneras de asegurar que los materiales
apropiados para su propio país sean adecuados para cubrir estos temas. Es posible
obtener información general y comparativa. Si bien esto es importante en sí mismo,
es sólo cuando esta información general y comparativa se aplica directamente a las
necesidades del grupo de alumnos que realmente adquiere vida. De manera que los
educadores tienen que estar constantemente dispuestos a buscar nuevos ejemplos de
diferentes lugares y momentos para aplicarlos a sus propias circunstancias.