La educación como soporte de las elecciones y de la democracia es realizada por una gran variedad de organizaciones e individuos. Es apoyada y auspiciada por los administradores electorales; gobiernos democráticamente elegidos a través de varios de sus ministerios o departamentos; cuerpos constitucionalmente establecidos tales como comisiones de derechos humanos; así como organizaciones internacionales, regionales y domésticas de la sociedad civil.
Este tipo de educación se volvió particularmente importante durante la ola de democratización que desembocó en la de elecciones transicionales en África y Europa del Este. Este resurgimiento democrático también hizo que se reconsiderara la importancia de iniciativas organizadas para proteger y estimular la educación electoral en democracias más establecidas.
Todos estos esfuerzos han hecho uso de los mejores recursos disponibles en materia de comunicación, información y técnicas metodológicas y educativas. En oposición a la prescripción, la práctica se convirtió en la norma. Como resultado, el campo de la educación electoral esta orientado por un compromiso que busca construir un electorado informado y fuerte y no solamente un conjunto de principios fácilmente discernibles. Esto ha hecho posible que cada iniciativa electoral nacional reconsidere los temas, métodos, prácticas educativas, recursos disponibles, y limitaciones domésticas importantes que rigen no solo los programas generales de educación electoral y cívica que se puedan repetir de un año a otro, sino también el programa específico necesario para cada elección, referendo o plebiscito.
Esta área extrae ejemplos de una variedad de contextos, aunque solo son indicativos. Cada país debe desarrollar su propio programa dentro de una serie de parámetros que se encaminen a cumplir con un compromiso universal: elecciones libres y justas.
¿Por qué educar a los votantes?
La educación electoral se lleva a cabo para ayudar a la administración electoral en su tarea de organizar elecciones libres, justas y efectivas. Comprende la información básica que todo votante debe poseer para poder llegar preparado al sitio de votación y emitir su sufragio.
La educación electoral inculca en los ciudadanos las actitudes, comportamientos, y conocimientos que estimulan y consolidan la democracia. Durante una elección, esta educación asegurará una efectiva organización de los ciudadanos para apoyar el comportamiento de los partidos y el desarrollo de las campañas, lo cual es necesario para celebrar elecciones pacíficas, en las que se acepten los resultados y donde se tolere la competencia y la oposición.
La educación por sí sola no puede sostener la democracia. Sin embargo, puede protegerla cuando la práctica ciudadana se apoya en un Estado responsable y democrático. Evidentemente, una ciudadanía educada puede superar insuficiencias en la preparación administrativa de una elección.
¿Quién debe conducir la educación electoral?
Si solo está a cargo y es responsabilidad de la autoridad electoral, un programa de educación electoral a nivel nacional resulta una tarea costosa. Se puede desarrollar de una mejor forma si se alinean todos los recursos disponibles en un país, especialmente si una elección en particular reviste gran trascendencia. La autoridad electoral puede seleccionar los medios para alcanzar esta alineación introduciendo regulaciones, incentivos e información que solo ella pueda proporcionar.
Algunas autoridades electorales han encontrado que es más fácil organizar y estimular programas de educación al votante que asegurar que los contendientes de una elección participen de forma vigorosa y justa. Sin embargo, la educación electoral debe ir de la mano del desarrollo de un clima que permita la actividad electoral y el debate público sobre los diferentes temas y entre los distintos contendientes. Las autoridades electorales deben fomentar actividades partidistas de educación electoral, así como programas de educación al votante no partidarios.
Un Programa Nacional
Para construir un programa nacional hay que prestar mucha atención a esta área así como al contexto dentro del cual se va a llevar a cabo una elección (ver Evaluación del Contexto). Sin esta evaluación, los educadores pueden de repente encontrar que están siguiendo ejemplos inapropiados o adaptando modelos educativos e informativos inadecuados. La educación es una combinación de contenido, métodos y medios apropiados. Estos métodos están bien documentados en el desarrollo y teoría educativa y no hay porque adoptar, por ejemplo, modelos de democracias ricas a países con menos recursos y una cultura diferente.
Establecido el contexto, los educadores deben determinar los objetivos y metas del programa (ver Construyendo un Mandato y Objetivos Educativos). Las autoridades electorales pueden involucrarse en esta actividad y hacer uso de estas metas y objetivos para el evaluar el éxito de cualquier programa y los presupuestos que deben facilitarse para su desarrollo.