El negocio de los negocios puede ser buen negocio. No obstante, para realizarlo los intereses comerciales tienen que ir de acuerdo con la estabilidad y prosperidad del mercado y su reputación a los ojos de los consumidores presentes y futuros. Aquellos que consideran sus intereses de largo plazo también se preocuparán por cultivar ciudadanos educados y responsables.
Las elecciones son también, de alguna u otra forma, sustanciales empresas comerciales, así que hay el doble de razones para que las empresas se conviertan en una fuente rica para los educadores. La empresa privada no debe ser considerada únicamente como un donante, aunque pueda serlo. Debe ser igualmente considerada como socia en el negocio y como apoyo en las áreas que tienen que ver con equipos técnicos secundarios y altos funcionarios, facilidades, personal, material, etc. En algunos casos, se puede estimular a las grandes empresas para que desarrollen programas educativos independientes o bajo la tutela de la autoridad electoral.
El sector privado puede ser una fuente tan rica y diversa en la mayoría de los países como lo es la sociedad civil. La actividad económica puede incluir "pregoneros" y representantes multinacionales, campesinos vendiendo su excedente y otras formas de agro-industria. Finalizando el siglo veinte, la variedad de estas actividades económicas se está expandiendo aun cuando cada compañía independiente prefiere sin duda alguna (como desearía cada político) ser el único jugador en el campo.
Por lo anterior, no se puede considerar al sector privado como un monolito. Cualquier evaluación del sector como fuente tendrá que considerar la textura del país en vez de tomar una visión predeterminada de lo que se puede alcanzar. La evaluación tendrá que examinar hasta que punto tiene intereses partidistas el sector privado y cómo éstos pueden superarse para contribuir a un programa no partidista. De igual forma, la evaluación deberá tener en cuenta la imagen pública de los negocios de la comunidad y el grado en el que ésta puede afectar la credibilidad y legitimidad del programa.
Es difícil imaginar, sin embargo, que en un país sea posible operar una campaña de educación nacional sin el apoyo del sector privado, así sea solo para la financiación.