Panorama General
La educación en apoyo a las elecciones es conocida como "educación al votante" donde el principal objetivo es el elector. Existen otras áreas de educación necesarias para que las elecciones sean exitosas, pero éstas pueden ser conducidas por los partidos políticos o por oficiales de la administración electoral. Sin embargo, la educación al votante es considerada una función distinta y discreta. Generalmente es identificada como una función de las autoridades electorales y, ocasionalmente, es encomendada por ellas a compañías privadas y organizaciones de la sociedad civil. También es promovida por organizaciones que buscan el interés público, independientemente de cualquier atribución en esta materia de las autoridades electorales.
¿Qué es la educación al votante?
En esencia, la educación al votante es una empresa diseñada para asegurar que los votantes estén listos, deseosos y con capacidad de participar en la política electoral. Se asume que esto incluye un conocimiento electoral y una confianza en que los procesos electorales son apropiados y eficaces para elegir los gobiernos y las políticas que beneficiarán al votante individual. En sus manifestaciones más recientes, sin embargo, el término también ha sido utilizado para la educación de los votantes sobre temas políticos, percibiéndose en alguna medida que el término "votantes" o "electores" resulta más apropiado que el de "ciudadanos".
¿Es suficiente la educación al votante para la democracia?
Existe un cierto grado de desilusión con respecto a la educación al votante y el uso del término para designar a la educación política en general sugiere un motivo, a pesar de que la desilusión también es causada por la falta de impacto que la educación electoral ha tenido sobre la actividad democrática y la cultura de las cuales debe proceder y en las cuales debe fundarse la necesidad de elecciones periódicas.
Describir a los ciudadanos como votantes diminuye completamente la función que desempeñan los ciudadanos en la vida política en general y circunscribe las necesidades educativas que puedan tener los ciudadanos. Convierte al ciudadano en un consumidor de eventos y de procesos cuyas consecuencias son lejanamente asunto suyo. Dentro de este proceso también hay algo que resulta muy desafortunado, el excesivo énfasis en el votante como pieza clave para el éxito de una elección, dejando de lado a los candidatos y a la administración.
Puede ocurrir que en las elecciones inaugurales o fundacionales de un país en donde a la gente se le había negado el derecho al voto, el término "votante" tenga un peso importante. Un peso similar tiende a aparecer en países donde este derecho se ha expandido a través de una lucha social. Pero a lo largo del tiempo, el mundo democrático se ha ido moviendo hacia el sufragio universal, en el cual el voto es sólo una de las muchas actividades democráticas en las que los ciudadanos deben participar. Y ser un votante o elector ya no es la única forma, o necesariamente la mejor forma, de describir su status democrático.
Comparaciones Internacionales
Como resultado de este debate, la educación al votante recibe diferentes énfasis en los distintos países, al igual que entre aquellos que apoyan y promueven la democracia. En algunos países donde el registro del votante es voluntario y dista de ser universal, todavía queda mucho trabajo por hacer para convencer a la gente de que la participación en las elecciones es eficaz. Y a pesar de que este trabajo se puede hacer en parte a través de la educación al votante, también debe hacerse redefiniendo la vida cívica y los procesos políticos. En otros países donde el registro del votante es más amplio y donde se cree que las políticas electorales tienen más consecuencias, la necesidad de la educación al votante per se ha disminuido y se ha transformado en un compromiso con la información al votante y en una mayor preocupación por la educación para la democracia en general.
Un término confuso
Como resultado de estas discrepancias y divergencias, el término Educación al votante ha adoptado una definición confusa y podría ser muy útil reemplazarlo por la frase "educación como soporte de las elecciones y la democracia". Quizá llegue el momento en que las elecciones libres, justas y periódicas sean consideradas como un hecho consumado, y puedan ser subsumidas dentro del examen del término más amplio "democracia". Desafortunadamente, todavía hay quienes consideran posible una democracia sin elecciones y unas elecciones sin democracia.
Mensajes y Métodos
Ayudar a los ciudadanos a entender y participar en las elecciones - como contendientes o seguidores de un determinado competidor (una importante pero poco explotada forma de educación) - requiere concentrarse en unos cuantos aspectos clave. Estos parecen tener un significado universal, a pesar de que cada elección tiene sus características especiales. Todo esto se discute en Mensajes Ordinarios.
Los educadores también pueden tener ciertas preocupaciones metodológicas, las cuales son abordadas en Elementos para un Programa Potencial. Varios de los elementos de un programa pueden ser apropiados dependiendo de los recursos disponibles y de los objetivos fijados por la organización educativa o, de manera alterna, por la organización que patrocina el programa. Las variaciones metodológicas disponibles demuestran que la educación al votante cae entre dos conceptos muy precisos: Información al votante y "educación cívica", a pesar de que el segundo concepto presenta sus propios dilemas.
¿De quién es la responsabilidad?
Si bien la información al votante es total responsabilidad de las autoridades electorales, la educación al votante puede ser fácilmente considerada como responsabilidad tanto de las autoridades electorales como de la sociedad civil. Hasta puede ser considerada responsabilidad de varios departamentos gubernamentales encargados de informar y educar a los ciudadanos.
No está a discusión la necesidad de educar a la gente para que participe en las elecciones. Sin importar si estas personas son adultos o niños, existen muchas necesidades educativas relacionadas con la conducta en las elecciones. Entre éstas están aquellas como la no partidización examinada en Mensajes Ordinarios. Pero también existen las necesidades relacionadas con la participación activa en la competencia electoral. Resulta interesante que una actividad educativa regularmente utilizada con los niños durante la época electoral es la realización de unas elecciones, incluyendo actividades para que los niños se lancen como candidatos y para que hagan campaña a favor de sus compañeros. Aprender sobre las elecciones como candidato o como seguidor de un candidato, ofrece lecciones que no están disponibles en los simulacros de elecciones estándares para posibles votantes adultos, porque tales ejercicios toman la competencia como algo seguro y se concentran principalmente en el comportamiento del votante.
Los objetivos de la educación al votante tradicional
La educación al votante tradicional intenta crear un clima de participación con conocimiento por parte de todos los posibles votantes en unas próximas elecciones. Adicionalmente, pretende permitirle a los posibles electores emitir su voto con confianza.
Estos objetivos también pueden ser logrados a través de otras intervenciones, los educadores querrán establecer programas que funcionen en concordancia con otras intervenciones menos formales, tales como la seguridad del votante, los procedimientos simples para votar, la accesibilidad de los sitios votación y l campañas animadas pero no violentas ni mucho menos intimidatorias por parte de los candidatos.
Equilibrar los programas de educación al votante con todas estas intervenciones es muy importante para poder asegurar que los presupuestos no han sido inflados. Los costos de los programas de educación al votante pueden y deben ser basados en estimaciones de costo por votante. Se puede argumentar, y en efecto se ha argumentado muchas veces, que las elecciones, aunque caras, son más baratas que la guerra o que cualquier conflicto endémico en la comunidad. Esto es cierto, pero el propósito de las elecciones democráticas es asegurar un proceso continuo de elecciones periódicas, y esto no se puede hacer de manera siempre extravagante para el futuro. Los costos deben ser medidos cautelosamente y los programas que se desarrollen deben disminuir los costos. Algunas veces esto puede requerir constreñir algunos objetivos que necesariamente deben ser alcanzados por el programa para poder llevar a cabo una elección efectiva.