Cualquier campaña de educación electoral nacional es una responsabilidad enorme que requiere mucho tiempo, planeación, y recursos. Entrenar personas para que lleven a cabo, organicen y conduzcan talleres, o sesiones informativas, y preparen y promocionen espacios educativos en la radio y televisión generan mucho más impacto, si las personas quienes atienden las reuniones y reciben información se la transmiten a otras personas en sus familias, calles, y comunidades. Las recomendaciones personales de individuos que gocen de cierta confianza permiten que otras personas se informen y confíen en el proceso y la importancia de su contribución.
Cada reunión e interacción entre los educadores electorales y los ciudadanos debe incluir un elemento para distribuir la información. Cuando ésta ha sido proporcionada y se ha llevado a cabo un aprendizaje significativo, los participantes se animan a transmitir la información a cuantas personas les sea posible. Formular la pregunta, "¿Y, ahora qué?" permitirá que los participantes inventen caminos tanto formales como informales para difundir la información dentro de sus comunidades.
La iglesia puede facilitar personas con el perfil apropiado que ayuden a promocionar el voto de las personas, proporcionando información sobre cómo, dónde, y cuándo hacerlo.
La mesa del comedor también es otro sitio adecuado para discutir, y permite que un participante comparta la información con amigos, dentro de charlas fluidas en un ambiente seguro y familiar.
Lo esencial para que los participantes lleven a cabo esta actividad adecuadamente es facilitarles distintas modalidades de actualización, en cuanto a la información electoral se refiere. Las fuentes deben ser confiables y preparadas para manejar las inquietudes de los ciudadanos. Proporcionar a las personas muchas copias de los panfletos o volantes informativos les permitirá entregar algo concreto a las personas con quienes interactúan. Pedirle a cada persona que asista al taller que lleve un poster que promocione las elecciones a su comunidad y lo ubique en un lugar visible es otra forma de difundir la información acerca de las elecciones. Es importante proporcionar medios de contacto a las personas para obtener información actualizada.
Puede resultar especialmente valioso encontrar y hacer uso del personal que esté bien relacionado dentro de la comunidad (ver Interlocutores e Intermediarios).
Fuera del costo inicial del primer nivel de talleres, la transmisión oral de información no tiene costo. Existen sin embargo preocupaciones frente a este tipo de transmisión de información. Es difícil asegurar que la información sea precisa. Una forma de actualizarse es decirle a las personas dónde y óomo recibir este tipo de información. La información imparcial es muy difícil de monitorear, empero, es vital que los ciudadanos emulen a los educadores electorales en su comportamiento imparcial y no partidario.
Otra razón por la cual esto se vuelve más difícil es que una persona que deba tomar cierta decisión naturalmente deseará que sus amigos y vecinos estén de acuerdo con la misma, y en su afán de persuadirlos les puede proporcionar una visión sesgada de un candidato o partido frente a otro. Aquí también, lograr que los ciudadanos transmitan números de líneas de información es una forma para que la familia, amigos, o inclusive la prensa verifique la información que ellos les han dado.
Idealmente, cada ciudadano debe responsabilizarse de la transmisión a otros ciudadanos del mensaje sobre la participación en la democracia a través del voto. En un país donde cada ciudadano comunica el mensaje electoral, eventualmente toda la gente podrá saber cómo puede contribuir a la construcción de la democracia.
Es este el multicitado acercamiento del trabajo en equipo para trasladar a la gente a un punto de credibilidad en donde el voto individual hace la diferencia para que una elección sea libre y justa, y en consecuencia se alcance una democracia estable.