Los educadores desearán acceder cuidadosamente a todo aquello que pueden aprender sobre los niveles de educación y escolaridad de sus votantes, de la forma más detallada posible, así como la información nacional y regional que les ayude a construir su planeamiento para llegar a este grupo particular de potenciales votantes.
Educación
La educación cívica y electoral no puede suponer un determinado nivel educativo. Aun las sociedades industrializadas y sofisticadas con altas tasas de escolaridad tienen un porcentaje de gente iletrada o semiletrada. En el sur, los niveles de analfabetismo que usualmente son reportados como deficientes, varían del 10% hasta más del 70% de la población. Estas estadísticas opacan el hecho de que algunos segmentos de la sociedad pueden tener diferentes grados de alfabetización.
En Perú "71% de las mujeres son analfabetas - casi nueve veces más que la proporción de los hombres."16 Este patrón se repite a lo largo de la mayoría de los países en desarrollo. Esta discriminación contra las mujeres muestra el ejemplo más obvio de patrones de analfabetismo que los educares desearán descubrir. A lo largo de los límites de un país, existirán sectores en donde los niveles educativos son más bajos que en otros. Así mismo, habrá variaciones dentro de estos sectores donde ciertamente algunos grupos de personas, tales como mujeres o ancianos, tendrán niveles más altos de educación.
Crear programas educativos que se centren en aquellos que cuentan con cierto nivel educativo obviamente excluirá a los analfabetas. Crear programas que incluyan a los analfabetas no necesariamente excluirá a los letrados. Y crear programas en donde exista un énfasis intencional en los programas de aprendizaje orales y cooperativos asegurará que tanto letrados como iletrados tengan la oportunidad de aprender.
Los países que poseen un alto grado educativo gozan de ciertas ventajas. Pueden hacer uso de la palabra escrita con mayor facilidad. Sin embargo, en estos países, las personas con menos oportunidades - los jóvenes, las mujeres, los pobres - pueden no poseer altos niveles educativos. Los educadores necesitarán entender cuánta gente está en capacidad de leer y comprender.
Escolaridad
Aparte de los niveles educativos, los educadores pueden necesitar considerar los niveles de escolaridad. Obviamente existe una superposición aquí. Muchas personas aprenden a leer en la escuela. Y aquellas que no aprenden a leer son quienes frecuentemente no están en capacidad de asistir a la escuela o no permanecen en ella por mucho tiempo.
Los niveles o años de escolaridad pueden igualmente revelar a los educadores otros aspectos acerca de los niveles educativos. La escolaridad afecta la manera cómo las personas probablemente comprenderán otra educación. Esto determina, para bien o para mal, la manera cómo la gente valora el aprendizaje y cuáles métodos se asocian con mayor facilidad a los programas educativos.
La educación electoral y cívica tiene muchas ventajas, en cuanto que ésta puede ser conducida como una campaña independiente, fuera del aula de clases y alejada de los patrones particulares de disciplina, construcción y diseminación del conocimiento, competición por la información y éxito.
Los educadores electorales tienen ventajas en las sociedades que valoran la educación y especialmente la enseñanza de largo plazo. Se benefician de las culturas en donde la escolaridad motiva la toma de decisiones democráticas y la autonomía personal. Pueden construir sus programas con mayor facilidad en aquellos sistemas educativos en los cuales ha habido programas de educación electoral y cívica como parte del currículum de educación formal e informal.
Entender los patrones establecidos por los sistemas escolares de un país, proveerá un visión sobre las motivaciones y habilidades de la población votante. El reciente auge de la educación cívica en el nivel escolar, aún en democracias de larga tradición, sugiere que la escolaridad tanto tradicional como innovadora y moderna no constituye una preparación suficiente para la democracia, si no viene acompañada de un currículum adicional. De ahí que los educadores de adultos no deberán confiarse que los niveles de educación y escolaridad de la sociedad aseguren la comprensión de las complejidades de la democracia moderna, aun cuando ellos pueden asumir que las personas estarán en la capacidad de leer los panfletos que explican cómo, cuándo y dónde registrar el voto. Ciertamente, no podrán pensar que la escuela inculca la motivación y las habilidades para la participación pública o cívica.