No es imposible para un país u organización conducir constantemente campañas ad hoc de educación cívica. Tarde o temprano, la educación cívica se volverá parte de las instituciones existentes o se convertirá en una institución en sí misma.
La institucionalización basada en los colegios
Por el momento, la principal preocupación de los educadores cívicos es la institucionalización de la educación cívica a través de una relación con los sistemas escolares de primaria y secundaria. En los países donde existe una educación universal y donde hay los recursos suficientes para desarrollar un programa nacional, esta es una buena forma para que la educación cívica eche raíces le permitan superar cualquier momento político particular o a cualquier visionario individual.
Sin embargo, los colegios, son la única opción abierta a las personas, así que en los países donde la educación por sí sola es una institución tenue, dicha estrategia correría un gran riesgo. En los países donde la educación es menos tenue pero está firmemente vinculada con las políticas estatales, la estrategia también corre un riesgo enorme debido a que la educación cívica puede disolverse hasta el punto de convertirse meramente en un instrumento de control.
Por lo que aquellos que pretenden institucionalizar esta forma de educación como soporte de las elecciones y la democracia, deben contemplar otras formas para convertirla en parte de la vida cotidiana.
Asegurarse que la democracia esté consolidada
La primera de esas formas, y quizá la más difícil, es asegurarse que la democracia sobreviva. Sin un sistema democrático en el que existan ciudadanos con derechos y responsabilidades, capaces de conducir los asuntos cívicos, es difícil predecir el éxito de cualquier programa educativo. Empero, aparte de todo esto, la participación en los asuntos cívicos es de por sí una forma de educación cívica, que por cierto es la dominante en la mayoría de los adultos.
A pesar de que se ha argumentado que la educación tiene un impacto acumulativo y a largo plazo en la comunidad política y que, por ende, la educación cívica es una inversión en el futuro, falta mucho trabajo por hacer para poder comprobar este supuesto. Es necesario probar este supuesto a lo largo del tiempo y en distintos rangos de acciones o intervenciones educativas en el sistema escolar. Esto no es para regatear la importancia de algún programa de educación cívica para el ciudadano individual a nivel escolarizado, sino para prevenirse contra la asunción de que esto es una garantía suficiente para mantener una democracia en el largo plazo.
Establecer una cultura de educación cívica
La segunda forma de institucionalizar la educación cívica es estableciendo una presencia de ella a nivel nacional que sea capaz de promover el tema y su importancia en una amplia gama de instituciones existentes, tales como los medios de comunicación nacionales, la educación superior, los departamentos gubernamentales y los canales de la sociedad civil. Dicha presencia puede crearse mediante el establecimiento de comisiones, consejos, juntas u organizaciones cívicas nacionales, la publicación de textos para el uso de un gran número de educadores o mediante un esquema de política de educación cívica a nivel nacional. Puede ser posible una combinación de todas las modalidades anteriores.
Dar el trabajo a un órgano estatuario
Un tercer enfoque puede ser el de garantizar que se le otorgue la responsabilidad de la educación cívica a un órgano estatuario, como la autoridad electoral,. Lo anterior puede ser apropiado en la medida en que se tiende a concebir cada vez más a la educación al votante como una combinación de información para el votante con educación cívica, y debido a la fuerte relación existente entre unas elecciones exitosas y la consolidación democrática.
De otro lado, también permite distraer de esta empresa a quienes ya tienen a su cargo un trabajo difícil, aunque también puede involucrar gradualmente a la autoridad electoral del tipo de controversias constitucionales y sociales de las cuales puede no recuperarse fácilmente.
Establecer un fondo democrático al margen de los partidos políticos
Un cuarto enfoque, que puede ser fomentado sobre la base de que la educación cívica es una prioridad nacional pero que la democracia sirve mejor entre más amplia sea la sociedad civil, puede ser que el Estado establezca un fondo para la educación cívica del cual pueden extraer recursos todas las organizaciones de la sociedad civil. Varios países tienen fondos de donde se financian los partidos políticos para poder mantener la naturaleza multipartidista de la democracia (ver Partidos y Educación al Votante). Algunos han fijado la democratización como la prioridad para el desarrollo de fondos de ayuda internacional. Sorprendentemente, existen muy pocos fondos estatales para los programas y proyectos a favor de la educación cívica doméstica.