Los procesos de evaluación son entendidos como un aspecto esencial de la educación para adultos y de los programas sociales. Sin embargo, en muchos países, particularmente en las democracias emergentes, los evaluadores capacitados son muy escasos. Esta sección sugiere distintas formas para poder cambiar este estado tan desafortunado de las cosas, para así poder utilizar la evaluación como un instrumento para desarrollar la capacidad organizacional y educativa.
La responsabilidad del solicitante de las evaluaciones
La persona o institución que solicita ser evaluado debe contemplar la necesidad de desarrollar su capacidad en este contexto. En los casos en que los programas educativos han recibido recursos o apoyo provenientes de la comunidad internacional, existe una gran tendencia a nombrar evaluadores miembros de la misma.
A pesar de que esto puede resultar en una evaluación menos dolorosa pero mucho más costosa, los países se vuelven mucho más dependientes del apoyo externo. Las evaluaciones deben lograr, a través de sus decisiones y conducta, el desarrollo de la organización doméstica y de la capacidad personal.
La evaluación es una investigación que reúne las distintas perspectivas organizacionales, la investigación social, la teoría educativa, y la habilidades grupales, y que permite a los evaluadores acercarse a un programa sin tener que instrumentarlo. Todos estos factores hacen de la evaluación una oportunidad ideal para el aprendizaje y el desarrollo de las habilidades de todos aquellos que tienen que conducir, no sólo evaluaciones, sino también sus propios programas.
Los solicitantes de una evaluación deben tener en cuenta lo siguiente:
- ¿Existe algún tipo de institución local independiente que pueda conducir la evaluación?
- ¿Debe la autoridad electoral desarrollar su propia capacidad de evaluación?
- ¿Se puede llevar a cabo una evaluación sin un liderazgo internacional?, si no es así, ¿puede hacerse sin participación internacional?
Organizaciones Locales independientes
A pesar de que muy pocos países tienen el privilegio de contar con organizaciones especializadas en programas educativos o de evaluación, la mayoría sí tiene institutos para la investigación social basados en instituciones terciarias, consultores para el desarrollo organizacional o programas y asociaciones para la educación de adultos.
Puesto que la evaluación del programa es un componente esencial del diseño del mismo, las organizaciones encargadas de esta tarea también deben considerar la posibilidad de contar con capacidad para llevar a cabo un proceso de evaluación.
Además de las organizaciones formales de las que puede provenir el grupo de evaluadores, también habrá individuos con experiencia en evaluación situados en instituciones académicas y en organizaciones de la sociedad civil.
Hacer un buen uso de los recursos limitados
Si el programa está operando dentro de un ambiente donde dichas instituciones o individuos tienen muy poca experiencia, es posible segmentar la evaluación y delegar los distintos aspectos que la componen. También es posible establecer un equipo de evaluadores que se encargue del aspecto internacional y otro del doméstico.
Dentro de los términos de referencia es posible establecer el entrenamiento y desarrollo de las habilidades del personal, con el propósito de permitir la participación de la gente local y garantizando la participación en la administración y la planeación de la evaluación.
En cada uno de los casos anteriores, evaluar es mucho más complicado, sin embargo, los beneficios de su desarrollo son considerables.
Autoridades electorales
No es apropiado que la autoridad electoral evalúe su propio programa en su totalidad. Inevitablemente, deben incluir evaluadores externos, aún cuando éstos participen principalmente como facilitadores del proceso participativo. Es muy probable que la autoridad electoral esté involucrada en un amplio rango de iniciativas educativas; ésta es una verdadera ventaja cuando decide fortalecer la sociedad civil delegando mucho de su trabajo a organizaciones independientes, su propia capacidad para evaluar programas, para asesorar a los encargados de ellos y para evaluar los programas ya implementados.
Los evaluadores especializados empleados por una autoridad electoral pueden operar no sólo en el área de educación al votante, sino también pueden ser útiles en la evaluación de los programas de entrenamiento conducidos por los mismos funcionarios, agentes de los partidos y otros.
Por estas razones, las autoridades electorales deben contemplar la posibilidad de construir su propia capacidad de evaluación, así sea empezando con la asistencia técnica de la comunidad internacional o desarrollando evaluadores altamente calificados.
Estas personas deben participar en cualquier programa de evaluación, si se encuentran en proceso de ser establecidos. Asimismo, deben desarrollar una librería o centro de documentación con todas las evaluaciones. Debido a que dichos estudios son raramente publicados, es importante establecer contacto con otras autoridades o instituciones educativas a efecto de poder obtener dichos estudios.
Conducir la instrumentación de los estudios sobre evaluación
La evaluación de los programas es una tarea de carácter internacional. Cada vez con mayor frecuencia, dicha actividad entra a formar parte del territorio de las agencias consultoras del sector privado y, como consecuencia, es mucha la competencia en este campo, incrementándose los costos de los individuos, las compañías y las organizaciones.
Los países que solicitan estudios sobre evaluación relacionados con programas de educación cívico-electoral deben tener la capacidad para conducir a distintos grupos de evaluadores. Dichos países requieren la experiencia suficiente para garantizar que son capaces de manejar a los consultores externos y de desarrollar grupos locales capaces de establecer y liderar dichos equipos.
Para poder lograr lo anterior, los países deben buscar la oportunidad para que todo su personal electoral obtenga experiencia internacional.