Los educadores tienen que estar abiertos a las posibilidades de una campaña o evento vivo que pueda proporcionar oportunidades educativas. Hay varios tipos de campañas que son apropiadas, acciones que pueden ser tomadas por los educadores, y momentos electorales que deben ser explotados.
La acción lleva al aprendizaje
La participación cívica y política se aprende con la acción en colaboración con otros ciudadanos. Dicha acción, aunque pequeña, permite que las personas aprendan a trabajar y a tomar decisiones conjuntamente, desenmascara los contratos y dinámicas sociales que determinan la vida comunitaria, y expone a las personas las fortalezas y debilidades de los otros, a los modelos de acción cívica, y a los dilemas de bien común.
Mientras que la mayoría de los ciudadanos se involucran en dicha acción por una mezcla de intereses personales y altruismo, muchas campañas políticas y sociales empiezan por la experiencia personal, la frustración, o pérdida. Existen movimientos sociales con un modelo de activismo que coaccionan a las personas a aprender y crecer a través de una exposición secuenciada y cuidadosamente seleccionada a diferentes campañas y diferentes tareas en dichas campañas.
Los partidos políticos le proporcionan esta oportunidad a los ciudadanos. Pero las personas que están involucrados en la educación como soporte de las elecciones y la democracia, deben considerar formas para utilizar las oportunidades existentes en relación con la participación cívica, y, donde éstas no existen, crearlas.
Si el aprendizaje es una reflexión disciplinada sobre la experiencia, entonces ésta no solo deben vivirse sino también reflejarse. Mientras que muchas organizaciones de la sociedad civil sí construyen dichas oportunidades para fomentar la educación y la reflexión, muchas no lo hacen, en detrimento propio y de sus miembros.
Tipos de campañas
Los educadores no deben tratar de limitar las posibilidades que se les abren a los ciudadanos y deben estar abiertos a dos posibilidades:
- Las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales, o los grupos locales de ciudadanos emprenderán campañas que promuevan claramente la participación cívica y la democracia. Los educadores deben buscar formas para conectarse con los organizadores de dichas campañas y deben ofrecerles, a ellos y a sus miembros, un rango de servicios que aumente la efectividad de sus campañas, y que genere un cambio a largo plazo en aquellos que participan.
- Es posible que surja una problemática que tenga la capacidad de movilizar a los ciudadanos. Los educadores trabajarán con la sociedad civil y otros aliados potenciales para establecer una campaña social alrededor de ésta.
En ambas circunstancias, los educadores tienen que saber que mientras que existen sus motivaciones como principalmente educativas, es poco probable que los participantes tengan las mismas motivaciones. Aquellos que participan en campañas cívicas esperan cambiar sus vidas, ya sea asegurando un plan de tráfico para su barrio, obteniendo el derecho a una jornada de trabajo de cuarenta horas a la semana, reclamando tierras ancestrales, pasando una ley, o destituyendo a un alcalde corrupto. Pueden ser lo suficientemente realistas como para darse cuenta de que no alcanzaran todos sus objetivos, y estarán felices de haber atravesado por la campaña y haber aprendido cómo hacer las cosas mejor en el futuro, aun cuando es poco probable que se sientan satisfechos con una mejor comprensión del sistema electoral.
No obstante, durante la campaña pueden aprender mucho sobre el sistema electoral y sobre el rol de los políticos locales, regionales y nacionales, la importancia de buscar aliados, de usar las instituciones democráticas existentes, y sobre las posibilidades para obtener y mantener el apoyo público para su causa.
La educación como soporte de la democracia y las elecciones no puede escapar de las demandas de la actividad política. Pero los educadores pueden escoger acercarse a este asunto de manera no partidaria y con la creencia de que las personas pueden colaborar para alcanzar las metas sociales, y que estas metas no necesitan ser predicadas por el conflicto y la contradicción.
Esta visión será probada por las campañas. Las oportunidades educativas son grandes y especialmente significativas para aquellos que participan. Los riesgos y retos para el educador son mayores en una proporción similar.
Formas para construir oportunidades educativas
Durante la búsqueda de un objetivo los ciudadanos desean aprender. Quieren incrementar su comprensión sobre los problemas que enfrentan y aumentar las habilidades necesarias para organizarse. Puede suceder, sin embargo, que aquellos que ya tienen este conocimiento y habilidades se mantengan alejados de la campaña o simplemente no se involucren.
Así, la primera tarea de los educadores es asegurarse que pueden acercarse a dichas personas, proporcionándoles apoyo y animándolos. Si los educadores pertenecen a organizaciones que son conocidas por apoyar los derechos humanos y organizaciones laborales, así como otros recursos de la sociedad civil entonces es probable que mientras que proporcionan esta ayuda, se presente la oportunidad para que surja la educación.
Otras organizaciones pueden tener una estrategia para el desarrollo de liderazgo que termine con la creación de un amplio rango de ciudadanos conscientes, con algunas capacidades y que ya poseen vínculos con las organizaciones. Cuando se inicia una campaña es posible recurrir a quienes brindaron la capacitación para solicitarles ayuda.
Una vez establecida la relación, o al ser identificado como capacitador o educador por la organización que liderea la campaña, los educadores deben considerar la forma de planear, organizar, y cumplir la campaña así como la oportunidades para compartir conocimientos y habilidades.
Los ejercicios de planeación estratégica incrementan la conciencia ciudadana frente a las problemáticas y fuerzas sociales; planear ejercicios aumenta las capacidades de planeación y organización, movilizando recursos y construyendo alianzas; la preparación para actividades particulares ayuda a desarrollar un rango de capacidades personales que tienen consecuencias cívicas así como consecuencias más generales. Dentro de dichas capacidades se encuentran las de publicidad, redacción de cartas, catalogación y administración, archivo de libros y de registros, comunicación, impresión, y distribución de materiales.
Los educadores deben insistir en dos actividades adicionales que se pueden introducir en los planes de campaña. Lo primero es ensayar antes de cualquier actividad pública, ya sea una obra de teatro callejera, un mercado de barrio, un programa de visitas puerta a puerta, o una acción de protesta directa. Dicho ensayo y simulación beneficia a los individuos o equipos inexpertos, preparándolos mejor para cada actividad.
Además existirán los beneficios educativos adicionales de establecer un marco de referencia para la actividad y de desarrollar una distancia crítica entre los participantes aún en momentos críticos.
Todo esto pondrá a las personas en un mejor lugar para la segunda intervención educativa: una post-actividad que requiere el análisis y reflexión de un informe. Además de las evaluaciones extensivas de la campaña, los informes deben mejorar el aprendizaje personal y organizacional.
Campañas electorales
Dado el poder del activismo cívico como herramienta de aprendizaje, los educadores que trabajan en programas no partidarios, como por ejemplo en programas de educación electoral, deben buscar personas que estén interesadas en involucrarse no solo para ayudar al programa de educación electoral sino para apoyar a un participante o unirse a la administración electoral.
Las personas que han organizado, o más aún, trabajado en una mesa de votación o centro de escrutinio comprenden y tienen un compromiso con las elecciones, saben que hay que trabajar duro para obtener buenos resultados. Aquellos que han trabajado en una campaña política, así haya sido exitosa o no, cuentan con cierto conocimiento de la vida política y un punto de referencia para una actividad política futura que les permite encontrar el sentido en una educación futura.
Una vez más, vale la pena repetir que la experiencia propia, sin una reflexión disciplinada, no puede generar un aprendizaje extensivo. Las personas involucradas en campañas partidistas y en la administración electoral deben considerar las intervenciones educativas, tanto para el aprendizaje individual como organizacional.