Los programas educativos buscan determinados resultados. Existen planes que se han venido siguiendo con el fin de alcanzar estos resultadosy que consisten de un rango de componentes que trabajan conjuntamente para asegurar una exitosa instrumentación.
Esta sección trata sobre la formas como puede llevarse a cabo el monitoreo y la evaluación así como algunos de los dilemas que enfrentan aquellos que conducen las evaluaciones. Observa igualmente cuestiones metodológicas y organizacionales, así como el asunto clave que enfrentan todos los educadores: ¿hasta qué punto toman ventaja de las recomendaciones de evaluación quienes instrumentan el programa? Asimismo, ofrece una revisión general sobre la evaluación y su relación con la verificación educativa.
Al monitorear los planes mientras son instrumentados, y evaluar sus resultados una vez finalizados, los educadores buscan asegurar su responsabilidad frente a los involucrados, fieles a sus intenciones, y que ellos mismos aprenderán sobre la base de una reflexión disciplinada de la experiencia del programa para trabajos futuros que probablemente desempeñarán en un futuro.
Terminología y significado
Aún cuando es común utilizar la terminología de monitoreo y evaluación, esta sección fusiona estos términos en otro único de carácter genérico: evaluación, y habla sobre la evaluación formativa (aquella que busca cambiar el programa mientras está en proceso) y de la evaluación agregada (aquella que busca resumirlo). Pero ninguna es enteramente independiente de la otra.
El significado de la palabra evaluación es engañoso. Aquellos que solicitan una evaluación pueden estar buscando la importancia del programa. Los evaluadores pueden tener ya una visión del mismo y simplemente estar buscando un verificación externa de esa visión. Probablemente están buscando apoyo para una determinada forma de actuar ya sea para sufragar la responsabilidad o para obtener una segunda opinión antes de actuar.
Qué puede ser evaluado
Cada tema del programa merece una evaluación, y no hay restricción alguna para aquello que es susceptible de ser evaluado. Puede existir una evaluación del análisis contextual elaborado, de la relevancia de los propósitos, de los propósitos y objetivos, de la relación costo-beneficio del programa, de hasta que punto cumple el programa sus objetivos, del proceso a través del cual logró esto, de la capacidad del personal, de la relación entre materiales y objetivos, y así sucesivamente. Finalmente lo que la gente espera que les diga la evaluación es si el programa marcó una diferencia en los participantes o beneficiarios esperados.
Dicha evaluación inevitablemente se lleva a cabo, sea planeada o no. Las personas desarrollan opiniones sobre los aspectos del programa. Estas opiniones pueden basarse en una buena información o en prejuicios, una experiencia particular limitada, o en una perspectiva restringida del programa. Las buenas evaluaciones están diseñadas para asegurar que la visión obtenida es la más confiable. Los educadores deben asegurarse que la evaluación sea profesional y no meramente intuitiva, pues los programas están compuestos por numerosos componentes complejos tales como costo, duración, o implicaciones a largo plazo.
Evaluación educativa y programática
La evaluación educativa por lo general ha consistido en la evaluación de los principiantes y sus logros o su progreso a lo largo del período del programa educativo. Esto se hace mediante la verificación de su capacidad o conocimiento a través de exámenes y presentaciones orales o escritas.
La evaluación programática va más allá de la evaluación del aprendizaje individual. Sin embargo los programas educativos no deben escapar de la necesidad de asegurar que esto es evaluado. En los programas informales de educación puede que las evaluaciones no sean la mejor forma de hacerlo, aun cuando los tests de competencia son esenciales para capacitar a los educadores.
Indicadores
Las evaluaciones establecen un rango de indicadores a través de los cuales será posible juzgar si se ha desarrollado o no el aprendizaje necesario.
Indicadores similares son establecidos para otros componentes del programa. En cada caso, el alcance de éstos (a no ser que exista evidencia de los contrario) indica que el programa ha sido exitoso.
Establecer estos indicadores es una tarea difícil que debe realizarse mientras se establecen los objetivos. Omitir esto se traduce en el desarrollo de programas cuyos objetivos no pueden ser evaluados o en el desarrollo de indicadores insignificantes que son establecidos fuera de tiempo.
Controversias de evaluación
Puesto que la evaluación es vista como un componente importante al validar un programa ante extraños y dado que implica una serie de actividades técnicamente difíciles (ver Medición de Impactos (Evaluación Agregada) e La importancia de una Planeación Previa) , así como un rango de expectativas y temores por parte de los involucrados, puede convertirse en una actividad altamente cargada y con actividad política, especialmente si el programa ha sido objeto de una fuerte inversión por parte de los involucrados. Este puede ser el caso si el programa es altamente costoso, o si ha sido dotado de una trascendencia societal (por ejemplo cuando se desarrolla una primera elección o cuando se instrumenta una nueva tecnología).
Los educadores deben retener el control sobre el proceso evaluador, sobre su planeamiento, instrumentación y costos. La mejor forma de hacer esto es asegurarse que este proceso se construye desde el inicio del programa y no que se convierte en una actividad impuesta a última hora. Cuando se vuelve parte de la rutina estándar de operaciones, la evaluación es una herramienta valiosa. Cuando es una ocurrencia tardía, una herramienta de manejo para gerentes externos, una herramienta para tomar decisiones o una herramienta de diagnóstico considerada en momentos de crisis, la evaluación se convierte en una carga y en una actividad controversial y difícil.